Epílogo.

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-¿Has cogido el cargador del portátil?- Jungkook miró el maletero de parte a parte mientras preguntaba aquello.

-Uhum- Jimin musitó con la boca llena por un chupa chups. Anduvo perezoso hasta el asiento del copiloto y abrió la puerta para sentarse.

-¿Y el del teléfono?

-¡Sí!- Jimin gritó desinteresado y se perdió en la pantalla de su móvil.

-¿Y el libro de matemáticas?

En ese instante se congeló.

Jungkook anduvo hasta su ventanilla y la golpeó con los nudillos con suavidad. Jimin bajó el cristal con una sonrisita tensa.

-¿Sí?

-Ve a por el libro de matemáticas- Jungkook dijo imperturbable.

-¡Pero es navidad!

-Y has suspendido matemáticas y tienes la recuperación a la vuelta de vacaciones.

-No esperas que estudie en casa de tus padres- Jimin jadeó incrédulo.

-Eso es exactamente lo que vas a hacer.

-Pero... ¡P-pero no es justo! Son vacaciones y mi cerebro necesita descansar. Además, sólo te fijas en lo malo- puchereó- He aprobado nueve asignaturas de diez, y sólo te fijas en la que he suspendido. ¡Y el curso pasado casi no fui a clases! Como comprenderás...- Jimin se calló viendo la mirada intransigente del mayor- ¡Eres un anciano!- gritó y abrió la puerta del coche en un arrebato.

-De paso que subes, bájame las gafas de sol. Creo que me las he dejado en la encimera.

-¡No pienso hacerlo!

Jungkook golpeó su trasero y lo miró con ojos salvajes.

-Hazlo- siseó.

Jimin le miró por encima de sus propias gafas de sol y frotó su trasero con una mueca enfurruñada, ojos fulminantes y perversos.

Jungkook entró en el coche y esperó por él.

Había sido un año extraño.

Esa sería la palabra ideal para definirlo, porque comenzar el año secuestrado por unos mafiosos no es muy normal, pero todavía lo era menos todo lo que vino después.

El invierno finalizó con una mudanza y Jungkook y Jimin se mudaron lejos de aquel edificio repleto de fantasmas. Regresaron a la ciudad natal de Jungkook, donde también vivía Seokjin, y empezaron una nueva vida en un apartamento medianamente decente en los suburbios. Jungkook seguía amando la tranquilidad y el orden, pero ya no tenía por qué ocultarse del resto del mundo y mucho menos tenía que seguir en un barrio que los ahogaba y drenaba de energías cuando podía permitirse perfectamente algo mejor.

A partir de entonces vinieron más cambios. Jungkook retomó la terapia con ayuda de Seokjin y Jimin se matriculó en un Instituto de la zona. No le dejaron comenzar porque se había saltado prácticamente más de la mitad de curso, pero prometieron guardarle una plaza para el curso siguiente. En ese periodo de tiempo y hasta el verano, Jimin encontró más que entretenido trabajar en todo tipo de trabajos de medio tiempo. Desde dependiente hasta camarero, el menor obtuvo su forma de ganar dinero y ayudar a Jungkook con los gastos. El mayor le había repetido hasta la saciedad que no era necesario, pero Jimin se excusaría con que se aburría con facilidad y no quería volverse loco sin hacer nada. Las plantas le hablarían nuevamente.

Jungkook cedió porque tenía razón. Jimin ya no era un crío. Jimin necesitaba sentirse realizado por sí mismo y ganar su propio dinero. A Jungkook empezaba a picarle la necesidad por sentirse de la misma manera otra vez, pero tiempo atrás se juró a sí mismo alejarse del ejército y no quería regresar. No. Por mucho que hubiera sido su sueño desde pequeño, él había dejado ese mundo porque repudiaba a todos los que eran como el padre de Taehyung y repudiaba que algo que le había hecho tan feliz hubiera acabado con su vida.

GUARDIÁN - KookminWhere stories live. Discover now