9.

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Allí, bajo la cama, el tiempo se detuvo.

Se sintió igual que cuando Jungkook bajó al supermercado y Jimin tuvo que encerrarse en el baño, pero esta vez fue peor, porque fuera cual fuese el peligro, era real, estaba allí, a través de la puerta.

El coche negro se había mantenido aparcado frente al edificio desde entonces y todavía no se había marchado, y eso le hizo darse cuenta de muchas cosas de forma muy abrupta.

Rompió a llorar en sollozos mal contenidos. Quizás fue por el miedo de saber que alguien había llamado a la puerta, o por la soledad que sentía bajo la cama. O porque todos los pensamientos engorrosos que había tratado de evitar lo habían asaltado de pronto, hundiéndolo.

Cubrió su boca para no hacer ni el más mínimo ruido, pero no pudo hacer lo mismo con los espasmos ni con los hipidos. El hecho de que lo pudieran escuchar sólo lo puso más nervioso, y eso hizo que llorara más en un catastrófico bucle.

Mientras sentía que se hundía en si mismo y en el pánico, alguien tiró de la capucha de su chaqueta, sacándolo de su escondite.

Jimin se removió asustado, llorando desesperado y tratando de huir.

-¿Qué? ¿¡Qué pasa!? ¿¡Qué está mal!?

¿Jungkook?

El castaño había dejado el arma sobre la mesita, y con sus manos grandes y fuertes acunó su rostro sollozante. Lo miró con ojos abiertos y alarmados, inspeccionándolo de arriba a abajo. ¿Se habría hecho daño? ¿Por qué lloraba tan fuerte y desgarrado?

Jimin inhaló tembloroso, mirando a Jungkook como si fuera su ángel guardián, y lo abrazó, hundiendo su rostro en su pecho.

Jungkook se congeló.

Durante unos instantes, el castaño no supo qué hacer ni qué decir. Aquel acto instintivo lo había dejado sin palabras. No correspondió el abrazo, pero tampoco lo apartó. Simplemente apretó su mandíbula y miró hacia la ventana del dormitorio.

-No hay ningún peligro- musitó tratando de calmarlo- Sólo era la señora del primer piso pidiendo un poco de lentejas.

Jimin se separó, sorbiendo modos y limpiando sus lágrimas con las mangas de la chaqueta. Cubrían sus dedos porque era de Jungkook y le venía condenadamente grande.

-¿Lentejas?- Jimin preguntó esperanzado.

-Sí, lentejas.

-Lentejas- Jimin musitó relajándose, con una pequeña sonrisa adornando su rostro.

-Dios, no puedes ponerte tan alterado cada vez que pase algo como esto. Hasta que no veas que las cosas realmente van mal, no entres en pánico.

-N-no es tan fácil- Jimin gimoteó en un hilito de voz.

Jungkook se levantó y tiró de su brazo para levantarlo.

-Me gustaría seguir haciendo deporte- Jungkook dejó caer una pregunta no dicha, y esta era si se podía marchar de su cuarto de una buena vez.

Pero obtuvo todo lo contrario.

-¿Puedo quedarme aquí?- el azabache masculló bajito.

-No.

-No hablaré nada de nada, me sentaré en una esquina y miraré.

-Siempre que dices que no vas a hablar o que no vas a hacer tal cosa u otra, es justamente lo que terminas haciendo- Jungkook contestó sintiéndose exasperado.

Jimin soltó una pequeña risita congestionada.

-No sabía que podía llegar a irritar tanto a una persona- Jimin musitó, aunque no lo tomó en cuenta. En el fondo, era divertido ver a Jungkook así, le hacía despejar su mente de los verdaderos problemas.

GUARDIÁN - KookminWhere stories live. Discover now