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Jungkook inhaló hondo mientras las puertas de urgencias se abrían y su cuerpo lo impulsaba fuera del edificio a paso lento pero decidido. No había nada por lo que preocuparse, salvo por el hecho de que podría ser la última vez que viera la luz del día.

Jungkook no pensaba que lo tomaría con tanta asertividad pero allí estaba, saliendo del hospital y buscando el coche de los mafiosos que querían acabar con sus vidas. No tenía nada para perder. Todo lo que importaba en ese instante estaba en una cama, entubado e inconsciente. Si Jungkook no hacía lo que tenía que hacer, estarían huyendo de por vida, y Jungkook no quería vivir así ni un jodido día más. Se lo debía a sí mismo, por haber sido un fantasma en vida desde la muerte de Taehyung, y a Jimin, por no haberlo salvado cuando pudo, cuando todavía los problemas no habían estallado en sus caras y seguían en el edificio.

Jungkook tendría que haberlo salvado de aquella casa de los horrores cuando pudo, alejarlo de las garras de su padre y llevárselo lejos con el pobre desgraciado de Hoseok, pero si tuviera que arrepentirse por todas las cosas que no habían salido como deberían, siempre estaría sintiéndose culpable, y no era el momento de eso. Era el momento de actuar y de acabar con todo.

Quizás otra persona no habría sido capaz de tomar aquella decisión, pero Jungkook había estado en la guerra. Jungkook había estado en medio de un campo de batalla, esquivando balas y jugando con la muerte. Lo habían secuestrado, interrogado y torturado y habían acabado con la vida de su amigo. Si había sido capaz de meterse en todo aquello por proteger a un país ¿Qué no haría por salvar a quien amaba? Estaba preparado para morir, así era como lo habían educado en el ejército.

Jungkook detuvo sus pasos frente al coche. Estaba aparcado lejos del bullicio de personas, en un callejón. Jungkook podría morir en ese instante y nadie lo sabría, en las puertas de urgencias, como una broma del destino, pero eso no es lo que quería.

Se estaba entregando.

Escuchó el sonido del seguro de una pistola.

-¿Has venido a morir por ti mismo? ¿No has hecho el trabajo fácil? No me lo puedo creer- habló uno de ellos, salió del coche y lo apuntó.

Ese podría ser el hombre que apretó el gatillo del arma que disparó a Jimin. Jungkook se forzó a mantener los pies en la tierra y a no dejarse llevar. Los otros dos también abandonaron el coche y lo encararon.

-Podéis matarme... O podéis dejarme vivo y llevarme con vuestro jefe. Tengo información que podría interesarle respecto a Park Hyungwoon.

-Podríamos matarte y llevarle tu cadáver.

-Eso no solucionará toda la droga que perdió. Estoy seguro de que no le gustara que volváis con las manos vacías.

La mirada del hombre se afiló.

-¿Y por qué no nos lo dices a nosotros y así te ahorramos el viaje?- sonrió viéndose de todo menos amistosos.

-Los asuntos importantes no se discuten con un subordinado.

Jungkook un día lamentaría tener todo ese ego, pero por el momento funcionó.

-Hijo de perra- el hombre gruñó. Al instante siguiente, estaba golpeando con la culata del arma en la sien de Jungkook provocando que perdiera el conocimiento y se desmayara. Esto era bueno. Esto era lo que quería. Con ayuda de los otros dos hombres introdujeron su cuerpo en el coche, tomaron asiento y arrancaron en el silencio de la noche.

...

Despertó amordazado y atado de manos y pies a una silla. Su mente le jugó una mala pasada creyendo que era una pesadilla más en la que rememoraba su secuestro en el campo de batalla años atrás, pero rápidamente un dolor nauseabundo se apoderó de su cabeza. Dolía demasiado como para que fuera un sueño y entonces Jungkook recordó su plan. No se acordaba de cómo había acabado allí, ni de cómo había conseguido la herida en su cabeza que no dejaba de sangrar, pero esto era lo que había esperado al entregarse, que lo secuestraran.

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora