23.

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Pasaron los días en el Omelas, los atardeceres se sucedieron y con ellos la estación, y Jungkook entonces se dio cuenta de que no sólo le gustaba a Jimin, el pequeño también se había enamorado de él.

Jimin reposaba aquella noche sobre su pecho. Habían tenido sexo, como ya era habitual entre ellos. Despertaban, hacían sus comidas juntos y después de entrenar o dar un paseo por los alrededores, tenían sexo. Mucho sexo. Nunca se cansaban el uno del otro, y fue por eso que Jimin empezó a tomar mucha más confianza.

Después de correrse, decidía quedarse sobre Jungkook, acurrucado en su pecho. A veces incluso dejaba castos besos a través de la tela de su camiseta, tratando de alcanzar sus cicatrices.

Así fue como Jungkook se dio cuenta de que Jimin tenía sentimientos mucho más profundos por él, y que iban más allá de un mero enamoramiento adolescente. Jimin veía en él un papel de salvador que Jungkook no quería interpretar, porque sabía toda la responsabilidad que eso llevaría.

Jimin también se había vuelto más cariñoso. Quería besarlo todo el tiempo, estar juntos y cogerse de la mano mientras paseaban. Jungkook no se lo negó, y hasta el día de hoy se preguntaba por qué.

¿Por qué era tan difícil negarse a Jimin?

Tomaría su mano y darían un paseo juntos por el descampado, enfundados en nueva ropa abrigada y en gorros que cubrían sus cabellos cambiados de color, o se abalanzaría sobre él en un abrazo entusiasmado cuando lograra atinar la bala en las latas vacías que Namjoon les prestaba para practicar tiro en el descampado.

Nadie había hablado de dar un paso más en lo que fuese que era su extraña relación, pero las cosas se sucedieron solas y ni el uno ni el otro las frenó. ¿Por qué lo harían? ¿Para qué? No tenían nada más en ese instante.

-Tú también te estás enamorando- Taehyung murmuró una noche. Una de tantas en las que Jungkook no podía dormir y decidía mirar a Jimin hacerlo, mientras este oía música en los auriculares porque la voz de Hoseok no le dejaba tomar el sueño.

Jungkook no quería enamorarse. Amar significaba peligro, significaba que alguien te importaba lo suficiente como para que su pérdida doliese más que cien latigazos.

No quería arriesgarse a perder a alguien otra vez. No quería que Jimin revolucionara su vida, del mismo modo en que ya lo había hecho, y sus sueños de una vida tranquila se esfumaran en el tiempo.

-¿De qué vida tranquila hablas, Jungkook?- Taehyung bufó- Has huido de tu casa y estás con él en este motel para protegerlo. Estás siendo cazado por una mafia criminal por él. Ya no hay vuelta atrás.

¿La había?

Jungkook no quería cuestionárselo.

No quería tener que pensar qué pasaría si algo sucediese ahora, justo en ese instante, mientras Jimin dormía y él lo miraba, y lo perdiera para siempre.

¿Dolería igual que si estuviera enamorado de él?

¿Acaso no dolía ya?

Hubo un momento en que logró cerrar sus ojos y dormir. Pero cuando lo hizo supo que se arrepentía, porque era una pesadilla. Otra vez.

...

Las voces en un idioma que desconocía se hicieron eco en sus canales auditivos. Sus oídos pitaban y su cabeza dolía como el infierno. Además del dolor, no había mucho más que pudiera percibir, pero sintió que alguien se aproximaba hacia ellos, lo supo porque el suelo empezó a vibrar levemente.

También podía escuchar a Taehyung llorar mientras lo sostenía en su regazo.

-Vamos a salir de esta, tío- Taehyung juró.

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora