Especial.

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Jungkook no podía dormir.

En lo personal, nunca pensó que podría llegar a replantearse lo siguiente, pero hubiera preferido no poder dormir debido a sus alucinaciones a que se debiera a los gritos del mocoso que vivía en el apartamento de al lado.

Cuando Jungkook se había mudado a ese edificio de mala muerte, lo había hecho con el único propósito de buscar tranquilidad y paz mental. Alejarse de todo y de todos. No tenía televisión porque no quería saber nada del mundo. Sólo tenía libros que leía una y otra vez, plantas que regaba cada mañana y recetas nuevas que innovar. Ese era su preciado y seguro mundo. Su agradable zona de confort.

Entonces, una noche unas semanas después de mudarse, escuchó gritos a través de la pared que separaba su dormitorio de la vivienda vecina.

Pensó que sólo se trataría de gritos, pero entonces escuchó golpes y gritos de una persona pequeña, un niño, acompañados de lo que parecía la voz de un adolescente. Los gritos no cesaron a partir de entonces. Se repetían todas las semanas. Todas las noches. Porque su vecino, ese hombre desagradable y nauseabundo, se las pasaba golpeando a uno de sus hijos, al que fumaba en el borde de la escalera y siempre se le quedaba mirando fijamente.

Lo sabía porque Jungkook lo miraba de vuelta cuando no se daba cuenta, y entonces descubría un montón de heridas y hematomas que el día anterior no habían estado ahí.

Jungkook hubo de apretar las bolsas y continuar su camino directo a casa, porque Jungkook no se metía en problemas ni volvía a dárselas de valiente. Jungkook ya no tomaba decisiones arriesgadas porque eran peligrosas. Fingiría que aquel mocoso no estaba siendo golpeado mientras hacía ejercicio, tanto como pudiera, hasta que su cabeza pitara en una migraña incipiente y no pudiera escuchar las voces al otro lado.

Pero muchas noches Jungkook se levantó de la cama inundado en frustración y furia, después cogería su pistola y la cargaría, y se quedaría sosteniéndola un buen rato discutiendo consigo mismo.

Matar a balazos a ese hijo de puta o permitir que siga golpeándolo como un puto saco de boxeo.

Si elegía la primera opción, adiós a una vida de seguridad y paz. Adiós a todo lo que tanto sacrificio y voluntad le había costado obtener. Taehyung insistía a sus espaldas.

-Sálvalo. Haz lo que no pudiste hacer conmigo.

Entonces Jungkook se sentiría el doble de culpable, la ansiedad recorrería su cuerpo en una oleada horrible y dejaría la pistola sobre la mesilla de nuevo.

Fue así durante meses. Jungkook trataba de no darle demasiadas vueltas, de centrarse en su vida, en sus plantas y en sus libros. El mundo estaba lleno de padres hijos de puta que maltrataban a sus hijos, y él no iba a solucionar nada salvando a uno. Él no era el héroe de nadie. No era un guardián o un militar. Alguien hecho para proteger y mirar por los demás. Ya no era una jodida mierda.

Pero aquella tarde, justo en aquel instante, Jungkook regresaba de la compra cuando lo escuchó gritar de forma desgarradora. La puerta de su apartamento se hallaba destrozada con agujeros de balas y tirada en el suelo. Estaba seguro de que había visto a un grupo de personas sospechosas cerca del portal.

-¡Haz algo, maldición!- Taehyung gruñó molesto.

Entonces Jungkook reaccionó por primera vez en mucho tiempo. Corrió a su apartamento, tomó la pistola cargada y no dudó en usarla cuando entró a casa del mocoso y todo lo que vio fue a unos tipos forzándolo a esnifar droga.

A partir de ese instante, todo se fue a la mierda, pero si se lo preguntáis, se fue a la mierda del modo más hermoso que jamás hubiera existido.

Tan hermoso como el azabache que dormitaba a su lado en ese momento.

GUARDIÁN - KookminWhere stories live. Discover now