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Sucedió mientras una enfermera cambiaba el suero de Jimin por uno nuevo que el teléfono de Jungkook sonó en una llamada entrante. Sus ojos habían estado perdidos en las escasas fotos de su galería. Apenas cinco. Todas de Jimin junto al árbol de navidad de la recepción del Omelas, excepto la última que era una foto de ambos. Esa que Jimin les tomó por sorpresa. En su momento se había sentido un tanto irritado por ello, pero ahora no podía hacer nada más que verlas como si fuera la única cosa que lo mantuviera anclado a tierra.

Jimin se veía tan bonito.

En el fondo, Jimin siempre se veía bonito, pero Jungkook se había dado cuenta ese mismo día, aquel en el que colocaron el árbol, que las sonrisas del rubio eran mucho más sinceras. Su personalidad odiosa del principio (la cual nunca había odiado, para ser sinceros) se había suavizado un poquito.

Jungkook no podía creer que ahora su mueca fuera tan seria y falta de vida como lo era en ese instante. Por eso, cuando la pantalla de su teléfono se iluminó con la llamada entrante de Seokjin, Jungkook sintió el ansia y la anticipación recorrer su cuerpo en un disparo de adrenalina.

-Lo he encontrado- la voz femenina de Seulgi se hizo eco en sus oídos.

Jungkook lanzó una mirada a la enfermera, la cual continuó a lo suyo.

-¿Lo has? Dirás lo hemos- Seokjin se escuchó de fondo.

-Tú te callas- Seulgi gruñó y regresó al micrófono- Te estoy pasando el archivo con todo lo necesario- Jungkook separó el teléfono de su oreja y observó el chat confirmando lo que Seulgi decía. Leyó rápidamente la dirección y volvió a ponerse el teléfono en la oreja- ¿Crees que necesites algo más?

-Un coche no estaría nada mal- Jungkook jadeó todavía sin poder creer que ya tenían a ese hijo de puta. Apenas habían pasado cuatro días desde que habían contactado con Seulgi.

-No necesitas un coche, iremos en el mío- Seokjin estableció- Y yo conduzco- recalcó.

-¿Cómo lo soportas?- Seulgi bufó irritada.

Jungkook no escuchó nada más de su discusión.

Tenía una dirección y un coche. Tenían a ese hijo de puta. Eso era todo lo importante.

...

Park Hyungwoon podía ser un idiota, pero había pasado desapercibido por meses, permitiendo que toda la mierda que había dejado atrás explotara sobre Jimin. Había permitido que asesinaran a sangre fría a su hijo pequeño y a su esposa a cambio de droga.

Si Jungkook tenía un mínimo atisbo de redención posible para él, este se esfumó tan pronto cuando recordó las palabras de Jimin en el baño de casa de Namjoon.

Quiero ser feliz. Quiero que dejen de perseguirme los problemas de papá. Incluso cuando no está presente hace de mi vida un infierno.

Recordó todo por lo que habían pasado por su culpa. En perspectiva, que se hubieran conocido había sido gracias a él, pero eso no compensaba las noches de palizas a Jimin, su rostro hermoso deformado por los golpes o la mafia que por poco lo mataba. No compensaba nada. Sólo porque tenían que entregarlo vivo a Min Yoongi, Jungkook no lo mataría, pero jamás en toda su vida había deseado matar a alguien tanto como a él.

Seokjin lo miró de reojo y continuó conduciendo.

-¿No estás nervioso?

Jungkook se veía tan tranquilo como siempre.

-Sólo se esta nervioso cuando no se está seguro de algo.

Por supuesto, Jungkook estaba completamente seguro y consciente de lo que era capaz de hacer y no le tenía ningún tipo de miedo a alguien como Hyungwoon. Siempre le había recordado a los chihuahuas que ladran a los perros más grandes que ellos.

GUARDIÁN - KookminWhere stories live. Discover now