21.

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Cuando Jimin despertó a la mañana siguiente, se dio cuenta de que Jungkook no estaba en la cama.

Buscó en el baño y tampoco. Jungkook no estaba por ninguna parte.

Confuso, sus ojos finalmente dieron con una pequeña nota en la mesita de noche.

"He ido a comprar algunas cosas con el coche, regresaré en menos de una hora"

Sabía que si Jungkook era capaz de marcharse y no avisarle ni si quiera para que se ocultara en el baño, era porque estaba seguro al cien por cien de que estaban a salvo.

Eso hizo que se relajara un poco. Al lado de la nota estaba una de sus pistolas cargada. Jimin lo comprobó antes de meterse en la ducha, y no la perdió de vista mientras limpió cada rincón de la habitación, sin ninguna otra cosa qué hacer.

Cuando terminó, cogió un bote de ramen y se sentó en la cama. Sus manos alcanzaron el mando de la televisión y la encendieron.

Dios, ¿Cuánto hacía que no veía la tele?

Vivir en casa de Jungkook por casi tres semanas había sido como un viaje al pasado. Sin tele, sin internet, sin salir de allí. Hubo un momento, sobre todo al principio de su estancia, donde echó mucho de menos todas esas cosas, pero con el pasar de los días encontró que vivir con Jungkook era muy interesante. Sobre todo cuando empezaron a follar como animales en todas las esquinas de la casa.

Seh.

Si sólo hubieran empezado a hacerlo un poco antes... Pero Jimin estaba seguro de que Jungkook no lo había hecho porque todavía no tenía la mayoría de edad. Jungkook parecía tener demasiados principios y no lucía como alguien que los rompiera a la ligera, incluso cuando sus ojos se perdían en el trasero de Jimin por horas o le miraba la boca como si quisiera besarla hasta fusionarse.

Jimin sintió un poco de ternura por él. Si sólo supiera que se había follado a casi todos los chicos de su clase antes de cumplir los dieciséis, quizás no habría tenido tanto reparo en esperar a que fuera legal.

Sí, porque Jungkook era alguien legal. Era un militar. Miraba por el bien de la nación.

Y por el tuyo. Mira por tu bien.

Jimin llevó un bocado de ramen a su boca y trató de fijar sus ojos en la tele.

Entonces unos golpes se escucharon en la puerta.

Jimin por poco se atragantó. Apagó rápidamente la tele, dejó el bote sobre la mesilla y alcanzó la pistola. Un miedo irracional subió por su pecho y anduvo descalzo hasta la puerta para mirar por la mirilla.

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- Una voz se escuchó al otro lado.

Jimin observó a un chico joven, quizás de su misma edad. Tenía una mirada aburrida, cascos sobre sus orejas y una sudadera gigante con el estampado de un anime que desconocía.

-Soy Namjoon- bufó luciendo cansado- Me manda mi madre para saber si su estancia es de su agrado... Bueno, en realidad me manda porque quiere que deje de jugar al ordenador y haga amigos, pero lo cierto es que venía aquí para avisarles de que hay cámaras de seguridad en la lavandería y...- Jimin abrió rápidamente la puerta y tiró de él hasta dejarlo dentro. El chico parpadeó abrumado, sus ojos bajaron a las piernas desnudas de Jimin, cubiertas sólo hasta la mitad de sus muslos por una sudadera gigante. Sus mejillas se incendiaron.

-¿De qué hablas?- Jimin preguntó con ojos desorbitados. Namjoon también se percató del arma en su mano.

-¡Wow, tío!- se asustó tratando de escapar- ¡No hace falta que me mates! ¡No voy a decírselo a nadie!

GUARDIÁN - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora