8.

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Lo primero que supo Jimin cuando despertó, fue que no estaba en su cama.

Pero tampoco en el sofá de Jungkook.

Estaba en un colchón cálido y cómodo, y sábanas lo cubrían. El borde incordioso del libro de cocina se clavaba en su brazo, porque al parecer se había dormido mientras lo leía.

En la cama de Jungkook.

Sus ojos se abrieron despacio. Revoloteó sus párpados acostumbrándose a la luz del sol, se estiró sintiendo su cara escocer, su cabeza doler y sus músculos agarrotados. No había sido una buena noche, y sentía como si un camión lo hubiera atropellado repetidas veces, pero estaba a salvo.

La cama olía a Jungkook, y Jimin se encontró aspirando el aroma necesitado. Olía a protección.

Jimin observó el despertador sobre la mesilla.

Las diez y media.

Unos minutos después, la puerta del dormitorio se abrió, y Jungkook apareció con el pelo goteando el agua de ducha, vestido con una camiseta gris y vaqueros. El azabache se quedó quieto y cohibido en la cama, mirándolo con ojos grandes.

-No volverás a dormir en mi cama- Jungkook soltó de golpe. Se veía tan imponente como siempre, y no quedaba rastro de la pequeña sonrisa bromista y genuina de la noche anterior. Jimin dudaba de que si quiera hubiera sido real- Ni volverás a leerme ningún libro.

Jimin asintió lentamente mientras salía de la cama con el cabello hecho un nido de pájaros y ganas de bostezar. Las contuvo por educación, y porque cuando tenía a Jungkook delante apenas tenía fuerza de voluntad más que para callar y obedecer.

Buenos días a ti también.

-Y dúchate. Mientras lo haces haré el desayuno. Puedes coger la ropa que quieras, pero la que escojas será la tuya a partir de entonces. ¿Entendido?

-Sí- Jimin musitó en voz pequeña.

-Bien.

Maldición, ¿Siempre tenía que hablar dando órdenes? No dejaba nada libre a negociación. Jimin no soportaba demasiado las imposiciones, pero si lo hizo fue porque se trataba de Jungkook. Jungkook le había salvado la vida. Había disparado a los hombres que trataron de llevárselo y le había dado protección en su casa, a cambio de nada. Al menos, Jimin obedecería todos y cada uno de sus deseos. Era lo mínimo que podía hacer.

El castaño desapareció cerrando la puerta tras él, y Jimin se dirigió al armario para buscar algo que poder ponerse. Todo lo que le recibió de vuelta fueron camisetas de colores apagados, vaqueros y otro par de zapatos, unas converse negras. Nunca se las había visto puestas, porque Jungkook siempre iba con sus características botas.

Botas de militar.

El azabache se resignó a coger una camiseta gris y un par de vaqueros. En el proceso, sus ojos se desviaron al fondo del armario. Curioso, Jimin abrió un poco más la puerta. Detrás de una chaqueta gruesa, Jimin encontró un uniforme de militar del color oliva característico. Habían un montón de medallitas y condecoraciones sobre él que Jimin no comprendió. El azabache, que era astuto, lo dejó todo como estaba antes de que pudiera arrepentirse, cerró el armario y olvidó lo que había visto. Si estaba allí, tan oculto, quizás era porque Jungkook no quería que estuviera a la vida de nadie, ni si quiera de él mismo.

...

La ducha sirvió para despejar su embotada cabeza. Lo hizo sentirse un poquito mejor consigo mismo, más limpio y bonito. Sí, porque su rostro continuaba siendo una galaxia de nebulosas y hematomas de todos los colores. Jimin se miró al espejo después de ducharse, envuelto únicamente en una toalla. Observó su desfavorecido físico, lo pálido y delgado que se veía, y su desastroso rostro golpeado. Decidió que se veía horrible y que no quería salir del baño nunca, porque entonces tendría que enfrentar a Jungkook, y se sentía demasiado feo al respecto.

GUARDIÁN - KookminWhere stories live. Discover now