Capítulo 30 - Ser león o ser gacela

1.3K 163 251
                                    

Lo primero que hace al entrar en la habitación, es dirigir sus pasos hacia la cama de Hate, que ya duerme, sin encender la luz para no molestarla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo primero que hace al entrar en la habitación, es dirigir sus pasos hacia la cama de Hate, que ya duerme, sin encender la luz para no molestarla. Lo veo posar su mano sobre la frente de la niña, comprobando así que no tenga fiebre, siendo en todo momento consciente de mi presencia. Yo lo observo desde la puerta, con más curiosidad que temor. Después de ver su reacción con Mark, cualquier otro ni se atrevería a acercarse a él. Sin embargo, por alguna razón, Blaime no me infunde temor, al contrario, es respeto y gratitud lo que siento ahora.

Rompiendo el silencio reinante con su tono de voz seco y neutral, se interesa por el estado de la pequeña.

—¿Cómo va?— Ni siquiera se gira para mirarme mientras le contesto.

—Bien, evoluciona favorablemente, pronto le daremos el alta— Observando la dulce carita de la niña, responde.

—Ok. Si para entonces estoy de patrulla, avisa a Sabine para que se encargue de ella.

—Muy bien, así lo haré— Me limito a contestar, observándolo a cierta distancia, como el que estudia a un animal salvaje encerrado, la furia que irradia se puede casi tocar. En estos momentos siento como si me encontrara frente a una fiera dentro de una habitación, sin embargo, me siento tranquila en su presencia, aunque esta resulte un tanto intimidante.

Acto seguido, recorre la estancia a oscuras, como si ya la conociera de memoria, hasta llegar a la ventana y asegurarse de que esté bien cerrada. Una vez ha comprobado que todo está en orden, vuelve sobre sus pasos para arropar a la niña y abandonar la estancia sin decir nada, pasando por mi lado como una exhalación. Entonces intento retenerlo.

—Blaime espera— Pero no lo consigo. Continúa su camino hacia la puerta del hospital, con ese andar pesado y los puños aún apretados en una clara muestra de tensión. Sin desistir en mi empeño, lo sigo hasta el exterior donde nos recibe una densa y cálida lluvia. Tengo que acelerar el paso para alcanzarlo, porque no se detiene hasta que agarro su brazo y vuelvo a insistir—Espera— Entonces se gira hacia mí, pero sigue sin pronunciar palabra. Y no sé qué decirle, por dónde empezar. Solo sé que en estos momentos me siento verdaderamente agradecida de que, no solo me haya quitado a Mark de encima, sino que además le haya dado una lección de ética. Por un instante, nos quedamos mirándonos bajo la lluvia sin que ninguno de los dos diga nada. Hasta que por fin soy capaz de articular palabra —Gracias— Murmuro, verdaderamente conmovida por su gesto, por su valentía a la hora de plantarle cara a la prepotencia de Mark, y haber tenido la capacidad de contenerlo sin hacer un uso excesivo de la fuerza.

Pero él se toma su tiempo antes de contestar. Por un instante hasta pienso que me va a soltar un comentario desagradable de los suyos, consiguiendo que me arrepienta de haberlo seguido para agradecerle el gesto. Sin embargo, me equivoco.

—No hay de qué— Responde sin inmutarse, como si lo que acabara de hacer fuera lo más cotidiano para él. En cambio, para mí ha sido mucho más que eso.

RWANDA®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora