Capítulo 23 - No existe la guerra inevitable. Si llega, es por fallo del hombre

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Blaime

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Blaime

Es abrumadora la capacidad que tiene para anular mi voluntad, si es que en algún momento la he tenido, porque soy como un juguete en sus manos, hace conmigo lo que quiere cuando ella quiere. La excitación que me provoca es tan intensa que  puede conmigo y me domina...

Es al intentar tomar una profunda bocanada de aire para llenar mis pulmones que parecen no dar más de sí debido a esta excitación, cuando un latigazo de dolor en las costillas me sacude, sacándome de este éxtasis en el que me tiene sumergido, anulando todo placer. El dolor actúa como el empuje que necesitaba para recobrar el juicio y detener el juego aquí, además de ser la excusa perfecta para retirarme ahora, antes de que vaya a más. Porque sé que si no lo hago de esta forma, voy a caer... Reacciono repentinamente deteniendo el movimiento de su mano.

—Para... No puedo...— Al menos hoy no.... Porque sé que jamás me lo perdonaría. Para cuando la sangre vuelve a regarme el cerebro, me encuentro con su sorprendida mirada y una expresión de incredulidad cruzando su cara. Impactada por mis palabras, da un paso hacia atrás como si le acabara propinar una bofetada, con el gesto desencajado y el desconcierto en sus ojos.

—¿Qué...?— A juzgar por su reacción, no se lo termina de creer. Y lo cierto es que la comprendo, debe resultarle insólito que no quiera seguir con esto. Joder, si hasta me lo parece a mi... Pero debe ser así, no puedo traicionarme a mi mismo. Aprovecho la ventaja táctica para tomar distancia y ajustarme el uniforme mientras ella encaja la negativa —¿Cómo que no puedes?— Replica visiblemente molesta, me atrevería a decir que hasta herida en su orgullo, supongo que por sentirse rechazada, a pesar de nuestro pacto y su habilidad para llevarme a la perdición.

Pero no puedo. Sé que si lo hago no dejaré de pensar en Sheyla, de imaginar que estoy con ella, que la beso a ella, que la acaricio a ella, que la tomo a ella... Y no sé que sería más miserable por mi parte, si claudicar y utilizar a Madeleine para desahogarme, o ser honesto y dejarlo aquí. Al menos hoy... Vamos, sigamos con el plan.

—Hoy no me encuentro bien...— Alego en mi defensa, utilizando las bazas de las que dispongo ahora, mi lesión —Me golpearon en las costillas durante las últimas maniobras y... no me siento bien— Trato de dar el mayor número de detalles para que mi coartada sea lo suficientemente convincente. Una coartada perfecta, de no ser porque me conoce bien. Ni con fiebre, ni molido a palos le he negado nunca nada... Pero no le voy a dar tiempo a reaccionar y rearmarse. Le entrego la botella, la esquivo y emprendo el camino de vuelta al pueblo, dejándola clavada en el mismo punto donde hace apenas un segundo me estaba haciendo perder la razón. Pero no se queda aquí el tema. Era demasiado fácil, demasiado pedir que diera por válido mi testimonio y me dejara marchar sin poner trabas... Apenas he dado un par de pasos para regresar al sendero, cuando la oigo replicar a mis espaldas.

—¿Y ya está? ¿Te vas y me dejas así?— Brama con indignación. Me temo que esto va a ser más jodido de lo que pensaba...

—Puedes volver conmigo si quieres— Contesto a la parte puramente funcional de la pregunta. Pero mi respuesta es como pretender apagar una hoguera con gasolina. Lo único que consigues es que arda con más rabia.

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