04. Casa 10

191K 16.3K 40.3K
                                    

Con todo respeto, quiero abandonar esta simulación del universo experimentando la individualidad.

—¿Ha sido demasiado pedir? Perdón si las incomodé.

Para nada. Lo normal de cada día es que vengan a pedirme besarme con gente que no conozco.

Nunca había demostrado afecto en público, en especial de ese tipo, o con alguna pareja, menos en un lugar tan cercano a donde vivo. Siento que cualquier cosa que haga le será contada a mi madre por las señoras chismosas que vigilan las cuadras.

—Disculpen, mi novia es algo tímida —Honne respondió por mí—. Estamos en una cita así que...

—Oh, lo siento —guardó su dispositivo al instante—. Será en otra ocasión.

—Al menos una foto. —insistió su amiga, quien recibió un ligero empujón por parte de la chica.

—Habrá otra oportunidad para tomarnos una foto. Además, tenemos que irnos antes de que pase nuestro bus.

—Pero nos vamos caminando.

Dio media vuelta, susurró un par de frases a sus amigas, fue suficiente para que se despidan educadamente. Quedé descolocada por lo fácil que fue evitar una situación incómoda, no creí que personas tan jóvenes lo entendieran a la primera.

Honne me enseñó que debo soltar el miedo a rechazar, a veces las cosas son tan fáciles como decir que no. Ella se alejó en cuanto pudo, su habilidad de mostrarse como desea ante los demás y cambiar a su conveniencia me hizo sospechar que tiene géminis en la carta.

—Te pusiste demasiado nerviosa, así que asumo que fue mentira. —murmura.

—¿Qué cosa?

—Olvídalo —agarró un bolso—. Vamos a comer.

Caminamos alrededor de la plaza sin saber a qué negocio ingresar. Si me sentía extraña con la fama antes de esta última semana, ahora no paraba de sorprenderme. Me costó dimensionar que en algún punto será complicado salir a la normalidad.

—Este es tu país, recomiéndame algo. —Honne rompió el silencio.

—¿A qué te refieres?

—Que me digas que comer.

«Mar, no lo digas».

«No lo digas».

«Yo sé que es una buena oportunidad, pero no digas "a mí". Esta chica no es tu amiga, es una compañera de trabajo».

—¿Un helado? —me encogí de hombros.

—Voy a elegir yo —sentí calor rozar mi palma, me tomó la mano sin previo aviso arrastrándome a uno de los sitios cercanos—. Te meteré algo en la boca antes de que vuelvas a decir cosas sin sentido.

El restaurante lleno de olores exóticos que te cautivaba apenas entrar, desde un estofado común hasta una chipa guazú. Subestimé el hambre que me pudiera dar, aunque no importaba, Honne escogería un plato de dos en lo que yo vigilaba los alrededores, nadie nos notó debido a que los comensales son adultos mayores.

Cuando no pienso en astrología suelo pensar en cristales, como el que ella tiene colgado en el cuello. Es de la misma marca que la patrocina en sus redes, le resta importancia a lo que lleve mientras sea bonito, aunque a la amatista se la considera de carga positiva y buena energía.

«Irónico. Le hicieron un favor al dársela».

—¿Por qué estás mirando tanto mi escote?

Salté del susto, chocando contra la espaldera de la silla, oí alguno de mis accesorios caer.

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora