04. A los fans se les sube la bilirrubina.

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Con todo respeto, quiero abandonar esta simulación del universo experimentando la individualidad.

—¿Ha sido demasiado pedir? Perdón si las incomodé.

Para nada. Lo normal de cada día es que vengan a pedirme besarme con gente que desconozco.

Nunca había demostrado afecto en público, en especial de ese tipo, o con alguna pareja, menos en un lugar tan cercano a donde vivo. Siento que cualquier cosa que haga le será contada a mi madre por las doñas chismosas que vigilan las cuadras.

—Disculpen, mi novia es algo tímida —Honne respondió por mí—. estamos en una cita así que...

—Ay, lo siento tanto —guardó su dispositivo al instante—. será en otra ocasión.

—Pero Gaby, al menos una foto. —insistió su amiga, quien recibió un ligero empujón por parte de la chica.

—Habrá otra oportunidad para sacarnos la foto. Además tenemos que irnos antes de que pase nuestro colectivo.

—Pero nos vamos caminando.

Dio media vuelta, susurró un par de frases a sus amigas que fueron suficiente para que se despidan educadamente antes de irse. Quedé descolocada por lo fácil que fue evitar una situación incómoda, no creí que adolescentes tan jóvenes lo entendieran a la primera.

Honne me enseñó que debo soltar el miedo a rechazar, a veces las cosas son tan fáciles como decir que no. Y ella lo dice seguido.

Se alejó en cuanto pudo, su habilidad de mostrarse como desea ante los demás y cambiar a su conveniencia me hace sospechar que tiene géminis en la carta. Me empiezo a preocupar por la forma en la que actúo bajo presión, es decir: horrible, parezco un feto.

—Te pusiste demasiado nerviosa, así que asumo que fue mentira.

—¿Qué cosa?

—Olvídate —agarró un bolso—, vamos a comer algo. Eso se hace en las citas.

Caminamos alrededor de la plaza sin saber a qué negocio ingresar, hay mucha gente y de ser un pequeño grupo que nos reconoce puede ser una horda.

Si me sentía extraña con la fama antes de esta última semana, ahora no paro de sorprenderme, la popularidad de mi música se está extendiendo mundialmente. Los números de venta nunca fueron tan altos y me cuesta dimensionar que en algún punto será complicado salir a la normalidad.

A veces me pongo a pensar: Qué carajos sucedió en tan poco tiempo.

—Este es tu país, recomiéndame algo. —Honne cortó el silencio.

—¿A qué te refieres?

—Que me digas que comer.

Mar, no lo digas.

No lo digas.

Yo sé que es una buena oportunidad, pero no digas "a mí".

—¿Un helado? —me encogí de hombros.

—Ugh, voy a elegir yo, —sentí calor rozar mi palma, me tomó la mano sin previo aviso arrastrándome a uno de los sitios cercanos—. Te meteré algo en la boca antes de que vuelvas a decir cosas sin sentido.

El restaurante estaba lleno de olores exóticos que te cautivan apenas entrar, desde un estofado común hasta una sopa. Subestimé el hambre que me pudiera dar aunque no importaba, Honne elegiría un plato de dos en lo que yo vigilaba los alrededores, nadie nos notó debido a que son comensales mayores.

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora