36. Todo estará bien

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Mar.

Estoy aterrada.

¿Cuántas horas llevaba sin dormir desde que dieron la noticia?

Perdimos el avión al mismo tiempo en que perdí la calma que había construido piedra a piedra con ella. De pronto, el hogar que hicimos sobre un mal cimiento se esfumó.

No pude sacarla de la habitación cuando se desmayó. No tuve fuerza suficiente y mis brazos temblaron demasiado, mi mirada se nubló por las lágrimas, me sentí estúpida de que me faltara el aire cuando era el amor de mi vida la que estaba en peligro.

Me partió el corazón arrastrarla como pudiera fuera, grité en el pasillo pero por la hora nadie respondió. La ambulancia dijo que llegaría pronto, qué lento pasa el tiempo cuando tus latidos sobrepasan el límite normal por minuto.

Honne no se movió, Honne estaba debilitada y nadie me pudo abrazar para tranquilizarme. Me senté en el piso a hacerlo yo con ella esperando que alguien de todos los servicios que solicité en la desesperación llegara.

Mi teléfono vibraba mil veces en mi mano, cada esperanza desaparecía ante mis ojos al ser mensajes de odio por la noticia. No la ambulancia, no Luka y Kalum que estaban en otra ciudad.

Las lágrimas saladas se deslizaron de mis mejillas a mis labios, el estado de conexión de Vero fue activo. Pero no me respondió, dudé de preguntar en las redes a ver si llegaban más rápido aunque ese transcurso que simuló ser eterno.

Fueron solo diez minutos en los que no sentí pisar tierra, me consoló que no dejara de respirar. Me costó no apretar su cuerpo al sentir que la perdía, le hablé en todo momento, dije un millón de tonterías románticas de las cuales no me arrepiento de una sola.

—Honne... —sollocé—. tengo miedo, por ti, aún no pensé en que se hayan enterado. No pasa nada, me dijiste que ahorre ¿Recuerdas? Podemos ir a una casita en el bosque por los próximos años.

Pasé una de mis manos a sostener su cabeza, mi maquillaje rosa se escurrió sobre mi piel, su suéter rojo de lana fue suave al contacto con mi piel.

—Perdón por lo que te dije la otra noche, si le podemos poner nombres bonitos a nuestros hijos —la sacudí sin querer—. sí me quiero casar contigo, voy a arreglar el problema de mi familia que reclamaste pero despiértate.

Las sirenas de las ambulancias sonaron más altas, evité controlar su pulso por lo que pudiera contarme, solo hice lo máximo que pude en llevarla. Parte de mí se rompió al ver el poco cuidado con la que la lanzaron a la camilla, se me hizo un nudo en la garganta a la hora de responder sus preguntas, fue aún peor al ver los alrededores llenarse de personas viéndonos.

En lugar de ayudarnos, sacaron sus teléfonos, los cientos de flashes solo atrajeron más, estaban frenando la ruta que ni los policías pudieron liberar, haciendo perder minutos vitales al amor de mi vida. Quise gritarles que nos dejaran salir, todo lo que recibí fueron gritos, algunos de emoción otros combinados con palabras de odio.

Al intentar subir a la ambulancia, unas niñas me empujaron, la decepción en sus rostros me golpeó. La más pequeña, que traía alas en sus manos, las rompió a la mitad.

—Mentirosa. —refunfuñó.

—¿Esto también es una estrategia para que huyan sin pagar las consecuencias? Todo el hate que recibió Honne, que soportó el fandom, las defendimos por nada.

Jadeé, perdí el aire hace rato. Uno de los paramédicos puso su mano en mi espalda insistiéndome en que entre a la ambulancia.

—Hiciste dinero con el amor que te dimos —me arrojó su disco de Fake Crystal—, debería darte vergüenza seguir aquí.

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora