9. Venus en piscis

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Mar.

Cuando desperté, Honne estaba durmiendo sobre mi pecho.

Los primeros rayos de luz me cayeron en la cara, no cerramos la cortina, apenas podía ver, me negaba a hacer un mal movimiento y despertarla. No por aprecio, sino que era muy temprano para soportarla.

Bajé la vista, mi brazo reposaba sobre su vientre, la sábana quedó al borde del suelo, mi cuerpo me pedía a gritos que al menos usara la almohada que no recordaba dónde dejé. Mi teléfono marcó las once treinta cuando la puerta se abrió de imprevisto.

—Buen día mujer hada... —Luka se quedó en el marco—. Oh, Dios —bajó el tono—. buen provecho, perdón las molestias.

—¡Luka, vuelve no es lo que parece!

Al tratar de levantarme apoyé el codo sobre una superficie inexistente, por lo que me resbalé del colchón con ella encima, lo próximo que supe es que estaba en el suelo. Honne gruñó al golpear sus rodillas sobre el piso, su cabeza rebotó sobre mí.

Me asusté más porque se despertara que porque se pudiera haber hecho daño, milagrosamente ni siquiera eso la hizo abrir los ojos, aproveché nuestra separación para salir del cuarto. Estaba caminando en puntillas a la puerta cuando su voz me interrumpió.

—Dejar sola a la visita es pecado —murmuró aún tirada allá bajo—. Me ibas a dejar aquí entre las cucarachas.

—En mi cuarto no hay cucarachas.

—Mentira, yo dormí con una. —dijo sin moverse, con los ojos cerrados.

—¿No te cansas de actuar así?

—Mar, te tomas la vida demasiado en serio, quizás tus astros están...

Con mi astrología no.

Antes de que pudiera terminar, tomé el cuello de su camisa, logré que se callara aunque no pareció intimidada siquiera un poco. De pijama apenas usaba una camisa blanca mal abotonada con un short debajo, sin sus joyas caras ni maquillaje seguía viéndose igual o mejor que antes,

—Deja de burlarte de mí, no eres graciosa —dije entre dientes—. Si hubiera sabido cómo eras habría exigido más dinero en el contrato.

—¿Sabes qué pasa? —se le escapó una risita—. tienes demasiadas ganas de besarme y eso te está jodiendo la cabeza. —su mano viajó a mi hombro, con una cercanía peligrosa a mi cuello.

—Te das cuenta de que actúas igual que esos asquerosos fuckboys que creen que pueden tener quien quieran, ¿Verdad?

—Lo dices como si te molestara.

—Lo hace.

—Si te molestara tanto como dices no hubiera amanecido en tu cama.

Un grito proveniente de fuera paró mi queja, fue tan alto que ella se apartó rápido, asustada. Compartimos una mirada fugaz antes de correr fuera.

—¡Auxilio!

Estruendos se escucharon por todos lados, nosotras corrimos pegadas a la otra por precaución.

—Luka —vociferé en medio del pasillo—. ¡¿Ya te llevaron los municipales por confundirte con basura?! —la puerta de su cuarto estaba abierta—. ¿Luka?

Pasó lo peor: Me secuestraron al mejor amigo.

—¡No huyas!

Una voz masculina similar a la suya vino de la cocina, Honne me alcanzó con una bata puesta y una escoba en la mano. No estaba segura si pensó que eso podría salvarla si me metía alguien a la casa.

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora