11. Luna en sagitario

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Me ahogué, no porque no pudiera respirar sino porque de un solo flash aparecieron diez más en un parpadeo, aquellas personas amigables sentadas alrededor compartiendo cena dejaron sus tareas para filmar, estaba segura de que algunos siquiera nos conocían.

Me levanté arrastrando la manta conmigo, para cuando miré abajo Honne ya estaba de pie, supuse que cualquier daño que nos hubiéramos hecho era superficial comparado a esto. El sujeto de atrás de los arbustos con la cámara brillante se acercó, en lugar de hablar sacó fotografías, estuvo a pocos centímetros de pisarme, aunque pareció importarle menos que nada con tal de tener una buena toma.

Me resbalé, Honne me sostuvo, íbamos a caer de no ser porque alguien detuvo al paparazzi. Un hombre grande y fuerte puso su palma en el pecho del extraño, ese acto lo mandó de vuelta en sus pasos. No fue el hecho de que nos acorralaran en nuestra cita falsa, fue la forma irrespetuosa, como si fuéramos atracciones.

—Déjame en paz —protestó el fotógrafo—. no sabes a quien estás reteniendo, tengo contactos en...

—No te pregunté, pero ni modo ya abriste la boca —reconocí esa voz, es Kalum.

Me hizo recordar que Luka nos estaba controlando, por el rabillo del ojo lo vi comer una hamburguesa despreocupado. Kalum era quien estaba cerca para defendernos.

—Mar, sal corriendo, ya. —dijo exaltado.

—¡Astrohada, déjenos hacerle unas preguntas! —exigió una de las personas.

—¿Por qué no te vistes de abeja y zumbas al diablo? Esto no es un show. —me defendió Kalum

—Acompáñame —Honne tomó mi mano—. hay que huir.

Las estrellas fueron opacadas por las luces de autos, cámaras y teléfonos alrededor, tuve que dejar mi comida tirada, lo único que cargaba aparte de miedo era el cuarzo que me regalaron.

Mientras mi cara expresó pánico, ella simplemente me sujetó con fuerza, marcó el camino de salida, además se aseguró de dar su mejor versión la cámara. Con la cabeza baja, una sonrisa forzada pero bonita y sus ojos clavados en mí, incluso el viento la ayudaba yendo suave a mover su cabello.

Era lindo. A la vez no tanto, estaba confusa si solo actuaba así para que pensaran que andábamos enamoradas, no actúa de esa forma normalmente.

Llegamos a una furgoneta morada, nos perdieron la pista en la salida, Honne cerró rápido la puerta antes de lanzarse en el asiento al lado mío.

—¿Estás bien? —intenté revisar su brazo—. estuviste cerca del fuego, puedo comprarte una cremita.

—Estoy perfecta.

—Lamento esto, olvidé controlar la seguridad del sitio antes de reservar, es mi culpa.

—Da igual, de seguro salimos bonitas en la foto.

Se escucharon golpes provenir de fuera, por la ventana vimos un rojo fosforescente que delató a mi mejor amigo, llegó con su mellizo. Ambos ingresaron vigilando sus espaldas, probablemente algún periodista los siguió pero ya no podría alcanzarlos.

Encendieron la luz, al mismo tiempo en el que ví a Luka entrar a las redes en busca de lo que pudieran subir, concentré mi vista en los labios de Honne.

El labial rojo se corrió un poco, lo cual le hizo recalcular que yo de seguro lo tenía encima. Lo notó, antes de que pudiera preguntar sacó un pequeño espejo de su bolso.

—Pareces un payaso —se burló Luka—. y no de los que están buenos.

¿Cómo que los payasos pueden estar buenos?

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora