día 13: floristería

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Chat Noir se sentía ridículo.

Ese día era especial para él, era el cumpleaños de Marinette. Había rememorado a su cumpleaños del año pasado que fue un total caos para todos, donde él solo pudo brindarle unas pequeñas palabras de felicitaciones, habiendo podido hacer más. Ese año sería distinto porque en ese preciso momento él se encontraba parado frente a la floristería cerca de su casa en su traje de superhéroe -que realmente no sabía si era buena idea, pero no se iba a arriesgar que alguien lo reconociera en su forma de civil- temblando de pies a cabeza por la incertidumbre de si a ella le gustará su pequeño detalle. Tampoco era algo muy extravagante, a él le gustaba regalar flores, eran significativas y Marinette para él lo era todo, ¿y qué mejor que demostrarlo con una flor?

Nervioso, entró a la floristería donde se topó con una chica que seguramente atendía el local quien le brindó una sonrisa entusiasmada.

"¡Chat Noir! Que sorpresa verte por aquí, ¿buscas algo en especial?" Saludó ella, lista para ofrecerle al superhéroe toda su variedad de flores. Él asintió devolviendo el saludo, ya menos nervioso, y se decidió a terminar con ello rápido sino llegaría tarde a recibir a Marinette.

"Busco un Agapanto." Se decidió él. La dependienta lo observó con ojos grandes y curiosos, pero enternecida.

"La flor del amor, ¿huh?" Sonrió ella, dispuesta a buscar unos que solía mantener guardados en la parte de atrás del local para no estropearlos. Eran bastante comunes en París, siendo la ciudad del amor, por lo que la petición no le sorprendía. Seguro el chico venía por un regalo para la superheroína.

La chica volvió hacia él con una maceta blanca entre manos, adornada con un listón rosado pálido que seguro le iba a encantar a Marinette. Las flores eran pequeñas, aún no abrían sus pétalos por la falta de luz solar pero estaba seguro que pronto lo harían. Chat Noir sonrió agradecido hacia la chica y pagó por su regalo, satisfecho y ya ahora mucho más seguro que a ella le gustaría. Marinette siempre estaba atenta a él y se encargaba de alimentarlo y confeccionarle pequeños obsequios, esta vez era su turno de darle a ella algo pequeño para que lo recordara.

Mientras emprendía camino a la panadería de los Dupain-Cheng notó como el Agapanto abría poco a poco su capullo, exponiendo finalmente su característico color violeta al mundo. Sonriente y con el corazón latiendo fuertemente en su pecho se paró en su balcón a esperarla, ocultando pobremente la maceta a sus espaldas. No había mejor flor para expresarle a Marinette lo que sentía que la flor del amor.

noches de ensueño⎥reto marichat 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora