05_Una fría noche

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Este capítulo está dedicado a: @Mistycc quien tiene mi gratitud eterna por ser la primera en seguir esta historia y dejar los mejores comentarios n_n.

UNA FRÍA NOCHE

«"¿Supiste? En la mañana encontraron a una chica desmayada en los baños" "¿Cómo? ¿Pasó la noche ahí?, "¿Quién puede ser tan menso como para quedarse encerrado en los baños toda la noche?" "Seguro no es una lumbrera", "¡Al contrario! dicen que es del cuadro de honor" "¡Ja, ja, ja! No pues si ha de ser la mejor mente de la generación", "ya sabes cómo se las gastan esos listillos: muy buenos para entregar sus trabajos en carpetitas con moño, pero en todo lo demás hay que andarles limpiando la baba" ¡ja, ja, ja...!

—¡Silencio malditos lenguaraces!

¡No vayan sacando conclusiones tan aprisa! ¡bola de ociosos habladores...» ¡ah! Oh... ¿fue un sueño? que pesadilla: un grupito de imbéciles me había encerrado en los baños... ¿eh? ¿Porque esta tan húmedo y oscuro aquí?, ah... no fue un sueño, sólo la parte de las burlas lo fue. Parece que me quedé dormida después de haber estado pateando la puerta, genial ¿cuánto tiempo dormí? miro la hora en mi celular: Las 9:00 menos tres, no es tan grave únicamente me perdí un par de minutos. Como si de una gran revelación se tratase la obviedad me golpea en la cara: El celular, quiero abofetearme, me estoy volviendo tan lerda como los del salón, sólo debo llamar por auxilio, ¡llamare a... ¿A quién?

Me acomete una risa desganada, en mi lista de contactos sólo están: Don Ignacio; mi jefe, Ulises; mi compañero de trabajo y Areli...

Supongo que en momentos como este contar con un ¿amigo? ...aliado, sería útil, podría llamarlo y resolveríamos el problema juntos... ¡y un cuerno! no necesito de nadie, puedo salir de aquí sola ¡yo...! ¿Qué fue eso?, ¿acaso escuché un ruido?

Me estoy poniendo paranoica, seguro no es nada, los baños de escuela pública son de por si lúgubres, los servicios de "la Vasconcelos" son clara muestra de ello: pintados de un color verde vomitivo con las puertas de los compartimentos tapizadas de blasfemias e insultos que horrorizarían a las madres de quienes los escribieron. La oscuridad de la noche acentúa el ambiente sórdido, como si en cualquier momento un desquiciado fuese a salir de alguno de los compartimentos para arrojarse a navajazos sobre de uno. ¡De nuevo! Un golpeteo constante, ¿serán ratones? No puedo ver nada en la oscuridad, a tientas busco el lavabo y subo a él, «por favor, que no sean ratones» pero no... es un sonido demasiado artificial para provenir de un roedor, como si una hoja afilada se estuviera abriendo paso a través de algo sólido. La cacofonía es repetitiva y va en aumento.

Con torpeza logro encender la lámpara del teléfono «¿Por qué tiemblan estúpidos dedos?» La arquitectura cerrada del lugar provoca que el golpeteo resuene por las paredes haciendo difícil identificar de dónde proviene, paso la luz por cada esquina en busca de la fuente del repiqueteo, pero ahí no hay más que las sucias paredes ¿qué rayos será?

El miedo nos hace perder el raciocinio, sin embargo, también es parte de nuestro instinto de preservación. Justo en este momento, aunque mi mente lucha por encontrar la lógica de la situación mi cuerpo adopta por su cuenta una posición defensiva, no sé en que momento mi mano libre viajo hasta mi bolsillo para tomar las llaves empuñándolas entre mis dedos a modo de arma, la razón parece volver, pero únicamente para desaprobar la posición de las llaves que me causaría más daño a mí que a mi atacante, las reacomodo empuñándolas como si se tratara de un pequeño picahielos. «Esto se está poniendo ridículo, no hay nadie más aquí Catalina, recomponte de una buena vez».

Lo siguiente pasa en un segundo: repentinamente los golpeteos cesan, el mutismo se apodera del reducido espacio siendo apenas roto por el rumor de una gota precipitándose en el lavabo, un "plop" que a punto de desaparecer en la nada es sustituido por un "clic" «¿eso fue una cerradura cediendo?», la puerta de los baños se abre de golpe y... ¡hay alguien ahí sosteniendo un arma! Con un rápido impulso salto hacia la figura del umbral con toda la intención de enterrarle las llaves en la garganta, no obstante, aún hay algo de cordura en mí, por lo que sobre la marcha cambio el movimiento por un codazo con el que arremeto al incauto contra el marco de la puerta haciéndolo caer, antes de que toque el suelo yo ya he puesto distancia de por medio. Pasada la adrenalina mi cerebro comienza a recuperar el suficiente sentido común para razonar que a quien acabo de reducir no es un asesino lunático, ni el conserje, ni el velador, renuente regreso a la entrada de los baños para tender mi mano intentando ayudar a ponerse de pie a quien derribe, pero soy rechazada con un manotazo así que me limito a observar cómo se levanta dificultosamente entre maldiciones y quejidos, una parte de mi me dice que no debería, pero aun así hago una pregunta malintencionada:

¡Estúpida carta! ¡estúpido corazón!Where stories live. Discover now