03.2_Un largo día

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Casi todas las escuelas tienen un punto ciego fuera del radar de cualquier autoridad escolar ya sean: maestros, prefectos, intendentes inoportunos... El de nuestra preparatoria se encuentra ubicado entre la parte posterior de la nave del auditorio y una hilera de enormes pinos pegados al muro más alto de la escuela, este espacio forma una suerte de corredor aislado, algo húmedo debido al follaje de los árboles que mantienen el área siempre a la sombra, el nulo tránsito y su ubicación oculta lo hace el escondite perfecto para quienes requieren privacidad como los alumnos que se esconden para fumar, las parejitas que van a flirtear y algo me dice que también sería una buena elección para cometer un asesinato sin testigos.

Durante mi corto trayecto a aquel sitio he intentado vanamente calmar mis nervios, mi corazón lejos de sosegarse pareciera querer salirse de mi pecho con cada acelerado latido que da, mis piernas no se encuentran mejor, parecen hechas de gelatina al grado que apenas me adentro un poco en el enarbolado pasillo dejan de responder y me detengo por completo «¡Valor!» me digo, «sé responsable por tus tontos arrebatos».

Escudriñando el lugar doy con la silueta de Catalina, ella se encuentra recargada en una de las sobresalientes columnas del auditorio, con voz titubeante la llamo para que me note:

—Cat...¡Catalina!

En cuanto me descubre se dirige hacia mí de manera rauda, por su ceño fruncido puedo ver que no está para nada contenta, ya puedo decirle a Malena que se equivocó, el encontrar la carta definitivamente no le alegro el día.

—Liliana, Dime... —El tono que emplea es tan gélido que me hace estremecer —¿Qué es lo que pretendías con esa obscenidad?

—¿Qué? Cu..¿Cuál obscenidad? no entien...

—"Cógeme"

—¿Qué estas di...

—"Quiero chupártelo"

—¡...! —¿Catalina hablando sucio? ¡Ni en un millón de años! ¡Abuelita quiero salir corriendo de aquí!

—Son frases de tu asqueroso sobre, ¿te citó más? ¿o es que no consideras que sean obscenas? porque yo las encuentro enfermizas.

Me he quedado de piedra ¡¿Entonces eso fue lo que anotaron Abigail y las demás en el sobre?! ¡un montón de sucias, indecentes e inmorales majaderías! Los colores se me suben al rostro, nunca antes me había sentido tan terriblemente avergonzada quisiera fundirme con el suelo a mis pies para escapar de la mirada llena de repulsión de Catalina.

—¡Te juro que yo no hice el sobre!

—¿Ah no? —Noto incredulidad en su tono —y que me dices de la carta ¿esa sí la redactaste tú?

Trago saliva antes de responder al tiempo que agacho la cabeza, no puedo seguir mirándola a los ojos.

—Sí... —contesto compungida —yo escribí la carta.

—¡Vaya!, por un momento llegue a pensar que tal vez sólo la habían firmado con tu nombre.

Hay un matiz de desprecio en su voz, ¿Tanto le molesta haber recibido una carta romántica de mi parte? esto duele. Catalina da un profundo suspiro fastidiado y me inquiere de manera cortante:

—Dijiste que tú no hiciste el sobre, dime quien lo hizo.

—Unas chicas del salón, pero ellas no...

—¡Nombres! ¡Dame sus nombres! —la abrupta interrupción me hace pensar que aquí hay más de lo que se ve, ¿por qué esta tan furiosa?

—Catalina, yo creo que aquí hay un malentendido —Le digo en el tono más conciliador que puedo.

¡Estúpida carta! ¡estúpido corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora