15_ ¿Bienvenida?

135 15 14
                                    

Malena

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Malena

La cuestión conmigo es que muchas veces actuó antes de pensar... Mi cuerpo simplemente se mueve antes de asimilar por completo lo que voy a hacer. Ciertamente, esta agilidad de respuesta me ha ayudado en innumerables ocasiones, no obstante, no meditar lo suficiente también me ha hecho cometer una que otra insensatez. Ahora mismo, no sé si moverme tan rápido fue lo mejor, o si tal vez debí pensármelo un segundo más...

Con el objetivo de ganar tiempo y detener a Catalina, ante la sorpresa de todas, corrí hacia ella y sin decir una sola palabra, justo ahí en medio del patio, a la vista de todos, la tomé en un efusivo abrazo.

Esa simple acción desató una ola de conmoción entre nuestras compañeras:

—P-pero... ¿Qué hace? ¿Porque la abraza?

—¿Acaso esas dos eran amigas? ¿Alguien sabe?

—¡Ay, no! No me digan que vamos a tener que abrazarla también.

—¡Qué horror! No, yo no pienso abrazar a una tortillera.

—Yo tampoco ¡Qué asco!

Esas idiotas... ¿Cómo pueden decir tantas sandeces en un segundo? Encima, aunque parezca una simpleza, están siendo bastante crueles. En un instante un montón de cosas me vienen a la mente. Catalina constantemente está lidiando con este tipo de mierda, aun así, ella siempre actúa como si nada le afecta, pero ¿es realmente así? ¿Qué fue lo que dijeron en el médico? Estrés... Día a día Catalina debe batallar con un montón de cosas, cómo; la discriminación y acoso por sus preferencias, a los que ahora se suma el bullyng por enfrentarse a toda la clase. Por si fuera poco, creo que en su casa tampoco la pasa muy bien. Empiezo a comprender porque Catalina es como es.

Irónicamente de pronto siento la verdadera necesidad de darle un abrazo, uno genuino para confortarla como se conforta al sobreviviente de una catástrofe, yo...

—¿Qué demonios estás haciendo, María Elena?

Eh... ¿Qué rayos? Me deje llevar... La firme y amenazadora voz que exige una explicación, me hace recordar que estoy tratando con alguien cuya voluntad es de acero. Catalina no necesita de ninguna patética compasión, pero si apoyo... Recupero los papeles antes de hablarle con mi tono habitual cerca del oído:

—Tratando de evitar que las llamas del infierno exploten, Belcebú.

—Pues más bien parece que las estas avivando.

Despegándome un poco de ella, alzó la voz con toda la intención de que las demás escuchen a la distancia:

—¿Qué dices Catalina? ¿Qué necesitas ir al baño urgentemente?

—¡No es...! ¡Cállate!

Con un rápido movimiento la giro con dirección a los sanitarios y aviso a las demás:

¡Estúpida carta! ¡estúpido corazón!Where stories live. Discover now