Capítulo 11: Resaca mortal

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El dolor de cabeza de Ciara era similar al dolor que se siente al ser atropellado por 1000 apisonadoras, que toquen 2000 tambores junto a tu oido al mismo tiempo o que te claven 3000 agujas en el cerebro.

Hasta su propia respiración le molestaba. Intentó dejar de respirar tapandose con las sabanas, para que se le pasasen todos los males, pero instintivamente volvió a coger aire.

Abrió los ojos despacio para evitar mareos, pero todo era inútil, parecía que los muebles de la habitación bailasen a su alrededor, así que decidió levantarse de golpe y dejarle su salud al destino.

Se incorporó de golpe, retiró la sabana de encima de sus piernas y se levantó quedando de pié junto a la cama.

Al segundo estaba en el suelo después de haber emitido un grito desesperado, las piernas le habían fallado por la descordinación del momento ¿Acaso era posible tener tal grado de resaca?

Ciara se levantó y entonces entró Benjamin.

- Hola ¿Qué ocurre? -habló el guardian, con un tono un tanto distante, pero preocupandose por ella.

- Nada -contestó Ciara sobandose la cabeza. El guardián asintió y se dispuso a salir de nuevo al pasillo, pero ella le interrumpió- Benjamin -el muchacho asomó su cabeza por la puerta esperando que Ciara prosiguiese- ¿Tenéis algo para la resaca?

Benjamin señaló una jarra de zumo y otra de agua que había dejado horas antes sobre una mesa de la habitación.

- ¿Y no tenéis algo màs... eficaz? -pregunto ella. Le gustaban esas bebidas, pero a ella lo que le curaba eran cosas como el ibuprofeno.

- No, lo siento -dijo negando al mismo tiempo con la cabeza- a los señores no les gusta que contaminéis vuestra sangre con esas porquerías.

¡Ah muy bién! Y el alcohol no contamina ¿No?

- Vale, gracias -contestó- un momento, espera -le interrumpió mientras intentaba de nuevo salir de la habitación- ¿Me puedes abrir el baño, por favor?

El guardián caminó hasta el cuarto que era el baño y abrió la puerta con una llave, luego se dirigió a la puerta de salida.

- Gracias -pronunció Ciara.

El guardián salió sin contestarle.

Ciara se dirigió al baño con tremendas nauseas y llegó a tiempo al vater para vomitar en su interior.

Los ojos le lloraban y estaba toda sudorosa y asquerosa, lo mejor iba a ser darse una ducha revitalizante.

Se lavó la cara y las manos con agua fría y luego mojo su nuca y muñecas.

Salió del baño y bebió dos vasos de agua, ya que tenía la boca tan seca como la suela de una alpargata.

Retiró las pesadas cortinas para que la luz iluminase la habitación y entrecerró los ojos levemente por el primer contacto.

Luego abrió el armario y eligió la ropa que se iba a poner después de ducharse.

Todo esto empezaba a ser una rutina para Ciara, una rutina a la que tenía miedo de acomodarse y que le llegase a gustar.

Volvió al baño pensando en lo que había hecho con el vestido de gala de anoche, tenía unas lagunas impresionantes en la cabeza.

¿Y si lo había perdido e Ethan le mataba? ¡Piensa¡ ¡Piensa! ¡Piensa!

Abriò el grifo de la ducha para que corriera el agua caliente al principio.

Recordaba haber cenado en un restaurante, que casi le corta un dedo, se miró la mano comprobando que todo estaba en su sitio y se la llevó al pecho al ver que así era.

Heartless | #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora