Capítulo 43: Liv y verbena.

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La había visto. Al menos eso le había parecido.

La misma larga y rubia melena con bonitas ondas, la misma esbelta y delgada figura y esos andares tan delicados que la caracterizaban.

Pero no, era imposible, no podía ser ella. Hacía miles de años que había muerto.

Ethan la persiguió por el pasillo del hospital con desesperación. Daría todo lo que tenía y más por volverla a ver. Y aunque su cabeza le decía que eso no era real, necesitaba asegurarse.

 Y aunque su cabeza le decía que eso no era real, necesitaba asegurarse

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Ciara corría detrás del vampiro llamándole en susurros. No entendía nada.

- Liv -murmuró el rubio mientras la perseguía.

Por un momento la perdió de vista, pero enseguida le pareció verla de nuevo, y esta vez estaba parada observando unos papeles que había colgados en la blanca pared de baldosa. Enseguida tomó la iniciativa y llamó su atención.

- ¡Liv!

La chica no se inmutó hasta que Ethan estuvo detrás de ella y la cogió del brazo para darle la vuelta.

- Liv -repitió.

Pero al tenerla cara a cara vio que no era ella, su rostro no tenía esos rasgos tan perfectos y angelicales, no tenía esos ojos dulces y azules, ni esa nariz pequeña y respingona. Su labios eran algo gruesos comparados con los de su hermana y sus pómulos apenas se marcaban.

Él gruñó, se sentía estúpido al pensar que había tenido la pequeña esperanza de que de verdad fuese Liv.

La chica se deshizo de su agarre un tanto incómoda y se alejó sin pensárselo dos veces.

Cuando la pelirroja llegó a su lado, el vampiro estaba bastante molesto consigo mismo y observaba, mordiendo con fuerza sus mejillas y apretando a más no poder los puños, la dirección por donde se había ido la humana.

- Ethan -le llamó Ciara con una mano en su espalda.

Este cerró los ojos, los volvió a abrir despacio y giró la cabeza para mirarla.

- ¿Que ha pasado? ¿Quién era esa chica?

La última vez que había visto a Liv y a sus demás hermanas, fue, con diferencia, el peor día de toda su larga vida, y recordar eso hacía querer asesinar a alguien, más bien a mucha gente. Necesitaba romper cosas, destrozarlo todo, estar rodeado del caos del cual él era un experto creador, sentir litros de sangre caliente escurrirse entre sus manos.

Deseaba poder tener su propia sangre escurriéndose entre sus manos, deseaba poder morir lenta y dolorosamente, porque lo merecía, merecía lo peor y más.

Las gotas de sangre amenazaban con salir de sus lagrimales, por lo que arrugó la nariz para que eso no sucediese y salió disparado, arrancando y derribando todo lo que encontrase a su paso.

Heartless | #Wattys2016Where stories live. Discover now