Uno

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-Si nos expulsan por esto voy a matarte Matthew Fox.

-Solo es un picnic nocturno, lo hacemos cada fin de semana y cada vez dices lo mismo.

-Hay que mantener la tradición.

Matthew siguió escabulléndose en los arbustos con su paranoico amigo pisando sus talones. El plan era simple: pedir una pizza temprano, ir a la cocina a medianoche cuando todos estuvieran durmiendo, calentarla y comerla junto a una botella de vodka que les consiguió un tipo de tercer año quien parecía estar metido en negocios de dudosa legalidad.

Casi lo estaban logrando, sólo tenían que atravesar el jardín para llegar a su lugar secreto escondido entre los árboles, él y su amigo corrieron al último arbusto y se adentraron al pequeño bosque que había dentro del internado.

Bindson era lo suficientemente grande y tenía suficiente bosque como para escaparse de la habitación de vez en cuando y hacer reuniones clandestinas donde jugaban Uno y tendían a apostar la limpieza de las habitaciones.

Esa noche Matthew buscaba lo de siempre, buscaba alcohol, comida chatarra o cualquier cosa que le hiciera sentirse menos miserable, lo que siempre buscaba cuando las cosas se iban al carajo con Harry, su ex novio, con el que había terminado hacía poco más de 5 meses pero que por desgracia seguía viendo de vez en cuando y, maldito fuera su nivel de estupidez, no sólo se veían para charlar.

Matthew intentó dejar de verle, lo bloqueó en Instagram, borró su número, lo eliminó de sus amigos de Facebook e incluso trató de no acercarse a él, estaba harto de aguantar la actitud de mierda de Harry. Pero nada de eso iba a dar resultado mientras vivieran a un piso de distancia y se tuvieran que ver en clases o los pasillos. Poco a poco Matthew volvió a caer. Cada que se veían, Harry le hablaba como si fuera la primera maravilla del mundo, lo besaba como soldado a punto ir a la guerra y lo tocaba como si fuera el último momento de su vida; cuando Harry se iba Matthew volvía a sentir ese ridículo vacío en su estómago, el recuerdo constante de
lo temporales que eran sus encuentros, encuentros a los que Matthew se seguía aferrando porque no quería perder a Harry y todo lo que le hacía sentir cuando estaba con él.

Caminaron unos minutos en el bosque hasta encontrar su lugar, allí estaba la mesa de madera desgastada con varias cervezas puestas sobre ella, Daniel, el primo de Matthew, y dos chicos más ya estaban allí con un partido iniciado, aunque ninguno de los dos desconocidos estaba mirando sus cartas, sólo tenían ojos para Daniel. Era comprensible, Dan era un pelinegro de piel oscura con porte de modelo y complejo de príncipe, medio internado Bindson estaba enamorado de él.

-Hola Dan-dice Matthew colocando la botella de vodka sobre la mesa y tomando asiento justo frente a su primo.

-Y hola personas enamoradas de Dan-añade Gabriel sentándose junto a Matthew.

Dan dejó sus cartas en la mesa y con un gesto de la mano despidió a sus acompañantes quienes muy sumisos se fueron dejando al trío de amigos a solas.

-¿Estaban haciendo la pizza o qué? No, no respondan, no importa, hoy solo importa esta botella de vodka que posiblemente esté adulterada.

Matthew sirvió un trago para él y uno para Dan, Gabriel no quiso, rara vez tomaba, era el más sano y tranquilo de los tres. Jugaron unas partidas de Uno, Matthew y Dan tomaron mucho vodka durante un buen rato, entonces Matt decidió que era hora de comer así que abrieron la pizza, mientras comían escucharon ruidos en el árbol más cercano a ellos.

Más tarde Matthew se daría cuenta que fue en ese momento donde su vida empezó a ponerse peor de lo que ya estaba.

Una ardilla.

the broken & the sinnerWhere stories live. Discover now