Treinta y uno

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A veces, cuando las cosas salían bien durante mucho tiempo había que andarse con cuidado.

Quizá fuese porque andaba más en las nubes que de costumbre pero aún así no encontraba explicación plausible al hecho de que se haya confundido tan tontamente.

Cuando el martes, que tuvieron un ensayo para la ceremonia de graduación, se vio con Dan y Gabe, acordaron que irían a su casa el jueves. Pasarían la tarde juntos jugando videojuegos y comiendo chatarra. Un plan normal para ellos.

El martes había invitado a John a su casa a hacer exactamente lo mismo. El mismo día.

Sus cables se cruzaron y ahora tenía a John en su sala y a Dan y Gabe esperando tras la puerta de la entrada.

Bella insistía en que abriera porque el ruido le molestaba, pero al parecer no le molestaba lo suficiente porque en vez de ir a su habitación se había quedado en la sala esperando el siguiente movimiento de Matthew.

John, por otro lado, estaba de lo más tranquilo, le había dicho que no pasaba nada, pero él no lo entendía. Si entraban y lo veían ahí podrían pasar dos cosas. La primera, que sumaran dos y dos y obtuvieran la respuesta a sus sospechas. La segunda, que se enojaran porque Matthew haya invitado a John. Cualquier escenario era la descripción perfecta de desastre.

Sonaba el timbre una y otra vez.

¿Matthew estás vivo? —gritó Dan tras la verja de la entrada.

—No puedes dejarlos fuera todo el día. —dijo el traidor de McCain.

—Pero...

—Si no abres tú, abriré yo. —dijo la traidora de Bella.

—Matthew, está bien, si no quieres que me vean puedo salir por atrás y-

No podía oír el final de esa frase.

—No quiero que te vayas, además ¿Por qué iba a querer esconderte? ¿Estás loco? ¡La pizza llegará en un momento!

John frunció el ceño y se encogió de hombros.

Se dio cuenta que no ganaría nada esperando y entrando en pánico así que solo quedaba una cosa por hacer. Al abrir la puerta casi lo matan con la mirada, no fue menos cuando abrió la verja y casi le tiran al suelo de la rapidez con la que entraron.

—¡Por fin! Estaba echando raíces afuera. —dijo Dan, girándose hacia el.

—¿Dónde está tu teléfono? —inquirió Gabe.

Mierda. Matthew lo había dejado en su habitación.

—Arriba.

Dan negó con la cabeza y se encaminó hacia la sala de estar, Gabe iba a su lado.

No vio sus reacciones inmediatas al ver a John allí, pero las expresiones de sorpresa le daban una idea de lo que estaban pensando. Por otro lado, John los miraba con su rostro inexpresivo, aunque podía notar por su postura que estaba incómodo. Era obvio que trataba de evitar las miradas.

Al final fue Dan el que rompió el silencio teatral que inundaba la sala. Corrió a saludar a Bella, como si nada pasara, y dejó a Gabe la tarea de romper el hielo con John primero. Y su forma de hacerlo fue haciendo un asentimiento en su dirección, John solo se lo devolvió. Dan y Bella acabaron su corto saludo y ella decidió salir de la sala, con ella fuera ahora Dan no tenía excusa para no hacer frente a los demás. Se dispuso a analizar al resto, y debió notar la incomodidad que abundaba en la sala porque entonces se levantó y se sentó junto a John.

Matthew empezó a caminar hacia el sofá, no quería que Dan incomodara a John aún más, pero justo en ese momento suena el timbre.

Maldita pizza.

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