Veintiséis

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Era increíble lo fácil que era para John perder el sueño.

No había pegado ojo en toda la noche. Su mente no había dejado de torturarlo reviviendo el beso una y otra y otra vez. Cuando cerraba los ojos casi sentía de nuevo el cabello en Matthew entre sus dedos, tenía tan vivida la calidez que emanaba su cuerpo, y el condenado recuerdo de los jadeos y suspiros de Matthew entre besos lo estaba volviendo loco.

Dios santo.

Había besado a Matthew.

¡¿Por qué había hecho eso?!

¡Y en un público nada menos!

Si su familia llegaba a enterarse estaba completamente perdido. No había sido nada cuidadoso ¿Y si algún chismoso o malintencionado los había visto? Su vida se volvería un desastre.

Estaba en terreno peligroso, si, pero lo cierto era que, aunque una parte de él estuviera muy preocupada, la otra no quería dejarlo.

No quería dejar su amistad con Matthew, no estaba dispuesto a hacer eso. Pero los besos, aún increíbles como lo habían sido, eran demasiado peligrosos. Eran adictivos y llevaban a la gente a meter la pata en grande. Ese era un lujo que él no podía darse. Si Matthew quería que esto se repitiera —lo cual dudaba— la respuesta tendría que ser, lamentablemente, no.

De hecho, llevaba toda la mañana arreglándose para el desayuno. Kevin había invitado a Matthew y sus amigos a unirse en el bufet y ellos aceptaron, por lo que desayunarían todos juntos. Se sentía algo reticente a ir. No quería que las cosas cambiaran entre ellos, y quizás debió pensarlo más antes de besarlo, pero ya solo quedaba arrepentirse, solo un poco de arrepentimiento pues no podía volver el tiempo atrás. Porque siendo honestos, tampoco quería.

¿Debía hablar con Matthew y aclarar las cosas? ¿O solo pretender que no había pasado nada?

Que raro.

Se preguntaba cómo hacían esto los demás. Amigos que se besaban todo el tiempo en fiestas ¿Es que acaso era tan fácil? ¿No se volvía incómodo?

Fuera como fuese, su mejor opción parecía ser fingir que nada pasaba, esperar la reacción de Matthew y actuar en base a eso. Pero claro, tendría que dejar la cobardía de lado y salir de su habitación de una vez por todas.

El recorrido por el pasillo y el ascensor no hizo más que aumentar su ansiedad. Ni siquiera la noche anterior, luego de reunirse con Hannah e ir al aeropuerto con ella, había sentido tanto pánico. Quizá porque no había salido del trance en ese momento. Hannah lo había notado y se había vuelto loca, sabía que algo había pasado y John se lo dijo justo cuándo se despedían. Estuvo enviándole mensajes en el camino y al llegar a su destino lo había llamado enseguida. John le había contado todo de forma muy superficial. Hannah no tenía que saber todos los detalles.

Lo que sí debía saber es que a John le pareció que Matthew llevaba deseándolo desde hacia tiempo. Había notado cierta desesperación en él. La intensidad con la que había agarrado a John y su respuesta a los besos no parecían la de alguien a quién le diera igual. John no era lo que se decía un experto pero, por amor a Dios, era imposible besar así a alguien y no sentir nada por esa persona.

Cuando por fin llegó al pasillo que daba a la zona de restaurante del hotel casi salió corriendo. No estaba preparado para encontrar a Matthew allí. Iba caminando por el pasillo, parecía que acababa de salir de la zona donde todos estaban comiendo. Se quedó paralizado un instante al ver a John, aunque retomó su postura normal enseguida.

—¡Por fin! ¿Dónde te habías metido?
Llevo toda la mañana buscándote. Kevin te ha reventado el celular a llamadas y me envió a asegurarme de que estuvieses vivo.

the broken & the sinnerWhere stories live. Discover now