Veintisiete.

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—Entonces ¿No pasó nada? —dijo Dan, lanzándose en su cama.

—Nada de nada.

Mentira.

Ahí estaban Dan y Gabe de nuevo preguntando qué había pasado luego del partido en su salida con John. Cuando se lo preguntaron en el desayuno la mañana siguiente del partido había dejado la respuesta al aire, se había debatido internamente entre decírselos o no. Pero ahora, devuelta en la escuela y después de dos días sin hablar casi nada con John, no quiso decirles la verdad. Las cosas estaban algo incómodas entre ellos y no tenía sentido contarles a Dan y Gabe, después de todo, nada había pasado; si empezaban a sacar el tema, aunque fuese en broma, su corazón se rompería más.

Y luego estaba el tema de que, si les contaba, sacaría del clóset a John. Sin importar qué tanta confianza le tuviera a Dan y Gabe, contarles que John no era hetero era una línea que no cruzaría jamás. Nada le aseguraba que Dan mantendría la boca cerrada. A veces decía cosas que no debía sin siquiera darse cuenta.

El lado positivo estaba en que aún tenía dos semanas para fingir que nada pasaba. Luego vendrían las vacaciones, la graduación y la universidad. Y todo quedaría en el pasado.

—¿Y por eso llevas dos días escondiéndote aquí? —dijo Gabe.

Dan sonrió y esperó por la respuesta de Matthew pero este solo dejó pasar la puya. No había caso en responderle a Gabe porque, bueno, tenía razón. Desde que habían vuelto Matthew había pasado la mayor parte de su tiempo en la habitación de Dan y Gabe, y sí, era precisamente por eso. Se estaba escondiendo cómo el cobarde que era.

—Puede que hayamos dicho cosas que no deberíamos haber dicho.

Dan y Gabe se miraron. Matthew odiaba su comunicación telepática, lo hacía sentir perdido. Al final no parecían muy convencidos con la respuesta pero lo dejaron estar.

—Matt, tienes que dejar de ser un cobarde —dijo Dan.

—¿Lo dices porque de verdad quieres que enfrente mis problemas o porque quieres que me vaya?

—Ambas.

—Bien. Me voy a pasar tiempo de calidad con mi nuevo mejor y único amigo, John McCain.

Se levantó y cuando salía escuchó a Dan decir—: Los mejores amigos no se coquetean.

Se detuvo en el marco de la puerta y se giró. Justo iba a responder cuando Gabe se le adelantó.

—Descarado.

Los dejó solos y con paso suficientemente lento llegó a su habitación. En el camino trató de idear una forma de hacer que todo fuese como antes, sin embargo, la respuesta llegó a él justo cuando abría la puerta, pues su teléfono se encendió con una notificación. Era un anuncio de un parque de diversiones que estaba visitando la ciudad.

Al alzar la mirada de su celular se quedó congelado, ni siquiera pudo evitar su reacción de sorpresa al ver a John en el centro de la habitación usando, ni más ni menos, que mera ropa interior. Su cabello estaba mojado y soltaba gotas de agua que recorrían su frente y cuello. Había demasiada piel al descubierto, lo cual no era nada buena para su cordura así que apartó la mirada.

—Hola —dijo después ni de un par de segundos, en los que se había dado cuenta de lo idiota que se veía ahí de pie sin decir nada ni moverse.

the broken & the sinnerWhere stories live. Discover now