Veinticuatro

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El hotel era mejor de lo que John se habría esperado.

Debió saber que el último partido de los Intercolegiales sería tratado a lo grande, sobretodo porque la mitad del equipo se graduaría unas semanas después.

Tan solo en la recepción se notaba que era un lugar decente. Candelabros colgando del techo, varios sofás inmensos, sillones de masaje, máquinas de café, barra de snacks y Dios sabía qué más. Apenas atravesaron la puerta principal alguien los ubicó en unos sillones y llevaron agua, jugos y dulces. El entrenador fue con un encargado a buscar las llaves de las habitaciones y los había dejado quejándose de su tarde caótica.

Primero el bus que los llevaría al aeropuerto tuvo problemas en el motor (el entrenador quiso llevarlos juntos porque no confiaba en que llegaran a tiempo). Al llegar pensaron que habían perdido el vuelo para luego descubrir que de hecho se había retrasado un par de horas. Cuando por fin llegaron, el autobús que debía llevarlos al hotel se fue a un lugar distinto con el mismo nombre. Al final, el viaje que debió durar cuatro horas, tardó casi siete.

—Al menos ya estamos aquí—dijo Kevin, tratando de calmar las aguas—. Y completos, de milagro.

Esto último lo dijo mirando a Miles, que estaba frente a ellos, y luego a John, que estaba su lado.

John le desvió la mirada. No importaron sus esfuerzos en tratar de ocultarle a Kevin lo que había hecho, claramente acabó por enterarse. Ya había dado el regaño correspondiente por la estupidez de su equipo, pero seguía lanzando indirectas tanto a Miles y Dylan como a él por casi hacerse suspender del juego los tres el mismo día.

—Nos perdimos la pre-clausura—murmuró Damien a su lado.

Los intercolegiales eran todo un evento regional, tenían más actividades que solo los partidos y antes del partido final se hacía una cena/fiesta con todos los equipos. Usualmente tenía buena comida y ambiente. Sí, era una lástima perdérselo, pero si Kevin lo escuchaba quejarse tal vez empezara con las indirectas de nuevo así que no se arriesgó.

—Matthew dijo que no nos perdimos mucho este año—le respondió a Damien.

Todo el mundo lo miró.

Bueno, no todo el mundo, solo Kevin, Miles y los gemelos. Aún así, eran demasiados ojos mirándolo.

—¿Qué hacía Matthew allí?—dijo Miles, rompiendo el silencio.

John solo se encogió de hombros, él tampoco lo sabía, al parecer Daniel había conseguido que los dejaran entrar, eso fue lo que le dijo por la tarde mientras texteaban.

Sus compañeros vieron que no iba a decir más nada así que cambiaron la conversación a otra cosa. Todos, a excepción de Kevin, porque al parecer  tenía que meter sus narices en los asuntos de todo el mundo. Sobretodo en los de John.

—Tengo curiosidad ¿Cómo conseguiste librarte del castigo por el incendio?

Sabía que preguntaría eso. Y quiso preparar una mentira pero necesitaba la opinión de alguien que no fuera él mismo o Hannah, que alimentaba sus delirios.

—Tomó toda la culpa.

—Vaya.

Kevin no necesitaba que le dijera a quién se refería, ya sabía que le gustaba Matthew, incluso antes de que John lo aceptara. Porque sí, por fin lo había aceptado. Le gustaba Matthew Fox. Y lo había hecho la noche anterior, en la que, después de ver películas y comer helado hasta reventar, había sido especialmente difícil poder dormir. Todo por culpa de ese desastre rubio que vivía en su mente más que de costumbre desde el día en que pensó que iba a besarle.

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