Capítulo 6: Tsukishima.

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*Kazuna*

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*Kazuna*

Saqué la pistola que siempre traigo conmigo y empecé a disparar, ¿Qué diablos pasaba? Me había asegurado de que la tarde estuviera tranquila, sabía muy bien que tanto mi cabeza, la de Hikaru y la de Ayato, no eran cualquier cabeza.

Cuando volví a estar detrás de la mesa ví al niño a mi lado, estaba en total pánico, tapaba sus oídos con fuerza y respiraba a toda velocidad.

Claramente no está acostumbrado a esto.

– Respira, tranquilo todo va ha estar bien – dije tratando de calmarlo.

Estoy seguro que nunca tuvo que estar involucrado en algo así... Realmente Kenta ha dedicado su vida a qué este niño viva lo más tranquilo posible.

Miré a mi amigo, se encontraba en las mismas condiciones que yo y la chica que había en la cafetería estaba escondida detrás del mostrador. Bien no había nadie herido.

La lluvia de balas no cesaba, pero en algún punto todo empezaba a tranquilizarse. Dejé de disparar al ver cómo una figura inconfundible se acercaba a las puertas de cristal con alguien a rastro.

Oh!! eso tiene que doler.

Al abrirse la puerta lo primero que se escuchó fue:

– AYATO!!! – Espetó muy cabreado.

El omega irradiaba furia y se la estaba desquitando con el golpeado hombre que traía arrastrando por los pelos.
Ayato al escuchar a su hermano se tensó.

¿Le tenía miedo?

Tomé la mano del pequeño y la apreté con fuerza. El chico levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos.

– Todo va ha estar bien – fue lo único que pude decir.

Y lo entiendo, ese miedo que tenía a su hermano al verlo en tal estado. El omega no era ninguna broma, se veía muy furioso. Hasta yo le respetaba. Sabía que un Kenta cabreado y molesto no era fácil.

Junto a Ayato me levanté y Kenta nos miró. Viendo que todo estaba bien y no había heridas en su hermanito, tiró del que traía a rastro y este chocó con el duro piso.

– Bien habla! – Kenta miró al hombre con ganas de asesinarlo en ese instante.

Hikaru se acercó a nosotros y vi como enseguida revisaba al pequeño alfa en busca de algún rasguño o herida.

Tal vez no era imposible para Ayato.

– ¿Eres mudo? – preguntó el omega al hombre mientras lo pateaba en el estómago.

Al no recibir respuesta Kenta empezó a reír y se agachó para estar a la altura del hombre.

– No hablarás ya veo.

Obedece alfa.《Completa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora