Capítulo 10: Le quiero.

649 80 12
                                    

*Kazuna*

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


*Kazuna*

Preocupado, muy preocupado era como yo me encontraba. Caminaba de un lado al otro en mi apartamento.

Tomé mi teléfono para llamar a Ayato, no podía seguir así, tenía que saber si Ken había llegado bien. A los tres tonos cogió la llamada.

– Dios! Ayato dime qué Ken está en casa!!

– No, no ha llegado, estaba a punto de llamarte, ya que eso era preocupante, porque le llamaba a él y no me cogía el teléfono.

– Mierda Ayato, cuando nos despedimos no estaba bien...

– ¿Que pasó? Me estás asustando...

– ... Todo estaba bien, pero cuando hablamos de cachorros ya no.

– MIERDA KAZUNA, MIERDA –  Gritó Ayato como nunca lo había escuchado. – Rápido hay que localizarlo ya!!!

– Bien.

Colgué la llamada y marqué el número de Ken. Mientras, salía a toda velocidad del apartamento y me metía en el auto. Nada... NADA!!! NO ME COGÍA LA PUTA LLAMADA!!

¿Por qué rayos lo dejé irse solo?
¿Por qué...? ¿¿Por qué??

Intenté una y otra vez y nada. Llamé a Hikaru en total pánico y me dijo que me clamara, que él iría con Ayato para ayudarlo y calmarlo.

Conducí a todos los lugares que me
había dicho Ayato que a el omega le agradaba y tampoco. Al mismo tiempo no paraba de llamar con la esperanza de que me cogiera la llamada. Por un momento me calmé y pensé. Si fueras Kenta ¿A dónde irías a relajarte?

...El lago...

Dios!! Tal vez está ahí.

Manejé tan rápido como pude excediendo todo límite de velocidad y saltándome todos los semáforos. Al llegar, ví su auto estacionado y a lo lejos debajo del árbol, ví a una figura parada allí.

Gracias a Dios.

Escribí un mensaje a Ayato diciendo que lo había encontrado para que ya no se preocupara más y caminé hasta el hombre que no se veía nada bien y sostenía una botella de vodka como si su vida dependiera de ello.

– Ken... – susurré suavemente.

– Vete... No quiero ver a nadie – dijo entre balbuceos, pero aún así, su tono era brusco.

– Ken por favor, vamos a- – no terminé de hablar.

– Dije que te fueras!!! – soltó mientras agarraba con fuerza el cuello de mi camisa. Sus ojos estaban desenfocados, pupilas dilatadas, ojos rojos de tanto llorar y apestaba a alcohol. Kenta en estos momentos era un total desastre.

– No, no me iré y te dejaré aquí solo – dije con seguridad, aunque mi cuello estaba siendo casi aplastado por el agarre del omega a mi camisa.

– ¿Por qué?... ¿POR QUÉ TE QUEDAS? ¿NO VES COMO SOY?

Obedece alfa.《Completa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora