Nakahara Kenta un frío y agresivo omega que desprecia a los alfas que abusan de su género, conoce por temas de negocios al traficante de armas Aizome Kazuna, un alfa que tras no encontar a su pareja destinada decide simplemente divertirse con quién...
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*Kenta*
Mientras me colocaba una camisa ví como Kazuna entró a la habitación. Sus ojos que querían aparentar tranquilidad obviamente le estaban fallando, la preocupación y el miedo estaban sin duda impregnadas en su mirada.
Caminó hasta donde yo estaba – Te ayudo – dijo mientras terminaba de cerrar los botones de mi camisa y por un momento se quedó paralizado cuando ya no hubo más que abotonar.
Algo le afligía y yo sabía que.
– Hoy se acaba – dije y él solo asintió.
Si... Hoy todo acabaría fuera cual fuera el resultado.
– Ken... – susurró quedándose por un momento pensativo y tomó de mi mano – Sígueme.
Sin más salimos de la habitación, caminaba frente a mi aún sin soltarme y cada vez la apretaba un poco más.
– ¿A dónde me llevas? – pregunté confundido al ver que salíamos de la casa y nos dirigíamos a los árboles de cerezo que habían en el lugar, aunque no estaban florecidos aún eran una vista muy hermosa.
Al llegar se detuvo de repente y yo estaba muy confundido.
¿Qué trata de hacer?
Sin percatarme por lo muy pensativo que estaba no me di cuenta cuando el alfa ante mi me miró y empezó a hablar.
– No quería pedirlo aquí... Pero tengo miedo de perder la oportunidad de hacerlo.
Suspiró nervioso y me observó detenidamente, sus mejillas estaban sonrojadas pero yo aún no comprendía que trataba de hacer. Soltó mi mano y en el momento que apoyó una de sus rodillas en el pasto lo supe.
El viento sopló como aquella noche bajo el cerezo del lago y mi corazón cantó una melodía llena de latidos apresurados.
– Nakahara Kenta... – pronunció con lentitud mientras sacaba un anillo del bolsillo de su pantalón. La mirada llena de amor que me mostró fue sorprendente y las palabras que prosiguieron lo fueron aún más – Cuando todo termine... Cuando los cerezos florezcan... Bajo el cielo y las flores de sakura... Ken ¡Cásate conmigo!
Y allí con el viento removiendo sus cabellos rojos sentí como el tiempo se detuvo, no podía respirar de lo incrédulo que me sentía... Nunca... Nunca había pensado que algún día alguien dirigiera esas palabras hacia mí...
Mis rodillas fallaron y caí ante él, las emociones me abrumaron y mis lágrimas no tardaron en salir a borbotones.
Asustado Kazuna preguntó – ¿No quieres?
Yo negué – Ahh acepto... – la enorme emoción que su rostro no pudo esconder hizo que tomara su rostro con mis manos temblorosas y besara sus labios mientras decía entre besos – Acepto, acepto, acepto. – cuando me detuve nuestras miradas se encontraron y susurré – Por supuesto que acepto mi alfa... Por supuesto que acepto casarme contigo.
