10. Marte en aries

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Mar.

Tuve que prometerle a Honne que no hablaría de astrología para que aceptara ir al sitio que deseaba porque según ella era "un terreno abandonado".

Exigí respeto para mi lugar rupestre dónde iba comer bajo la luna, sin duda teníamos gustos incompatibles. Si llevaba a tener oportunidad, planeaba tirarla a la hoguera decorativa.

Pedí un chofer que me llevara a la dirección donde ella estaba haciendo una sesión de fotos para una diseñadora reconocida, Luka nos acompañaría para controlar que estuvieramos seguras, aunque desde que se agrandaron los números consideramos contratar un guardaespaldas.

Subí sin mirar al asiento del frente, faltaba menos de media hora para el horario que establecimos, me importaba casi nada que me secuestraran con tal de ser puntual. Abrí mi teléfono al instante, a través del retrovisor pude ver como a mi lado, Luka se tensó por completo de un minuto a otro.

Algo no me cuadró, me acomodé para preguntarle cuando los rizos oscuros de una figura conocida sentada en el asiento del conductor me interceptaron. Los ojos negros del chofer se cruzaron con los míos, dejó de ser una escena graciosa.

—Buenas tardes señorita Mar —saludó con una amplia sonrisa—. Estás en todos lados.

—Kalum —digo sorprendida— ¿Eres chofer?

—Lo soy lo que haga falta, tengo muchos trabajos.

Me pregunté por qué Luka no lo había ayudado a buscar un trabajo mejor si es que lo hacía porque era falta dinero. Pese a ser nuevos en la industría, siempre sabíamos de una que otra oferta para famosos que pagarían mejor que nosotros.

Al volver a poner la mirada encima de mi mejor amigo, lo encontré ensimismado, bastante incómodo. Ni siquiera nos miraba.

—¿Ustedes se pelearon? —indagué sin tacto alguno.

—Es un asunto personal, lo dejo en manos del destino —Kalum evadió el tema, tuvo el impulso de ver hacia atrás, de hecho, se movió unos centímetros antes de retractarse—. No hay paz para los malos dice la biblia.

Su tono fue cómico aunque no se tratara un chiste. Me forcé a no seguir molestando sobre ese tema, sin embargo, en la noche cuando regresaramos a casa iba a bombardear a Luka, su mellizo pareció buena persona, muy educado, además tiene una cruz satánica.

«Oh, es cristiana».

Olvidaré lo que pensé.

—Tengo una pregunta —Luka cortó el silencio con un murmuro—. Si nacimos iguales como es que somos tan diferentes, ¿no deberíamos tener los mismos planetas?

—Naciste en los primeros minutos de la era de Leo en julio —le recordé— si fuiste el segundo entonces puede que por minutos tengan incluso soles diferentes, pero, aunque sean minutos, estos rigen los grados que determinan tanto casas como asteroides. Nadie tiene una carta igual a otra.

—En español. —exigió.

—Lo que importa son los numeritos.

Asintió, luego de eso me esperaba un largo viaje de veinte minutos en mutismo total, estuve al borde de morir. Sentí la energía densa entre ellos, me dio pena, supuse que si él aunque llevara siendo mi mejor amigo por cinco años nunca mencionó a su familia fue por una razón en concreto, estar jodidos desde la infancia es una característica que compartimos.

Mi teléfono vibró, tenía activadas las notificaciones de la agencia de modelaje en la que Honne trabajaba, subieron dos posts nuevos. Sin que lo haga conscientemente, mi pulgar se deslizó a verla, la subieron hace minutos e igual tiene casi veinte mil corazones.

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora