Capítulo 3 | Confinamiento

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Confinamiento.


Collet.

Dos meses...

Dos difíciles meses y aún me duele el cuerpo como si me hubieran dado una paliza exagerada. El entrenamiento acá no es nada a lo que yo hacía en la agencia con Gawen, acá es el triple de difícil y pesado.

—¡A correr! ¡300 metros en 71 segundos y 2.5km en 15 minutos y 56 segundos! ¡Se pasan un segundo más y repiten lo mismo tres veces más, pero con una mochila de piedras!

«Yo puedo, sé que puedo»

—¡Uno, dos...!

Salgo corriendo junto a los demás, respiro por la nariz sin abrir mi boca, mis piernas se estiran lo más que pueden moviéndose tan rápido como nunca. Soy una de las primeras, no soy de ver a las demás y compararme, pero ahora me es imposible hacerlo, tengo que ver mi rapidez, tengo que avanzar más rápido.

Los hombres se estrenan en otro campo, acá es de solo mujeres, pero siempre son los mismos ejercicios que se hacen, solo que ellos tienen menos tiempo para llegar a la meta.

La chica que va a mi lado, se enreda con sus propios pies y cae de bruces al suelo raspando, seguramente, su piel. No volteo a ver nada, de hecho, nadie lo hace pues todos velan por su bienestar y es llegar a la meta antes del tiempo, nadie quiere correr con enormes piedras en la espalda.

Llego a terminar la primera ronda de 71 segundos, con 69, mi superior amargado solo me asiente cuando me inclino con mis manos en mis rodillas respirando pesadamente, espero a que todas terminen y la mayoría lo logra, solo unas cinco se quedan en 73 segundos o más.

Se comienza con la otra ronda y mis piernas ya no dan cuando llevo doce minutos bajo el sol, mis pantorrillas tiemblan y mis espinillas arden, paso por todos los edificios, aguantando el abucheo de los demás que ya han terminado sus entrenamientos, cierro mis ojos con fuerza y tomo mucho aire antes de obligarme a correr más rápido.

—¡Solo dos minutos más Collet, más rápido! —Lany retrocede un poco de dónde está y me toma de la mano— ¡Tú puedes!

Me jala y accedo a su velocidad. Ella tiene más habilidades que yo, ya que toda su vida ha vivido bajo el estilo de vida de un policía. A mí me cuesta mucho, pero nada como los primeros días en dónde sí tuve que hasta lavar los sanitarios de los hombres como castigo.

Luego de unos segundos empieza el conteo regresivo y siento que ya me quedo donde estoy, que voy a desfallecer, pero por milagro llego con cinco segundos restantes y Lany choca su mano con la mía.

—¡Bien, lo logramos!

No respondo porque estoy recuperando mi respiración. Descansamos unos cinco minutos y volvemos a lo que son las flexiones de brazos, las abdominales, las lagartijas, siendo 43 de cada una en un minuto. Lo logro, voy logrando todo y no recibo felicitaciones de nadie, esto no es como en la academia de baile que por una voltereta lograda se te venía la felicitación de muchos, ahora lo único que te dicen es que muevas el trasero para irte a bañar para ir al centro de armas.

Camino sola, no he hecho amigos porque no es mi objetivo, algunas se me acercan, pero no les doy paso a nada, soy amable, sí, pero no dispuesta a dar mi amistad. Aguanto el enamoramiento que muchos creen que me hacen, pero nada en sí. Nunca había sentido el pretender de muchos hasta ahora, hasta que paso por esos lugares donde ellos están poniendo sus miradas sobre mí, yo lo siento incómodo y uno se me acerca por lo que tengo que retroceder sin disimulo.

—Hey, nos preguntamos con los compañeros si quieres...

—No.

—¿Qué?

Hacia la ObsesiónWhere stories live. Discover now