Capítulo 10 | Entre dudas y verdades

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Entre dudas y verdades.

Gawen. 

El vino rojo se mueve de un lado a otro dentro del cristal, sutilmente, mientras doy círculos con la copa en mi mano. Lo veo fijamente, levemente recostado en la silla, con las piernas estiradas y cruzadas, con la camisa semiabierta.

Respiro profundamente antes de incorporarme y dejar por un lado la copa, que de pronto ya no quiero beber. Abrocho de mejor manera mi camisa y me levanto por completo dirigiéndome al balcón de mi mansión. Es veinticuatro de diciembre, noche buena, y faltan... tengo que ver mi reloj en la muñeca para darme cuenta que faltan cinco minutos para que sean las doce y Collet aún no aparece, no se reporta y ni un mensaje al celular.

La fui a ver, a buscar a las nueve de la noche como habíamos quedado, pero no la encontré. En su lugar, solo encontré a dos gemelos ansiosos por venir conmigo, a jugar de nuevo. Pero, no pude traérmelos, que más me hubiera gustado, pero la tía de Collet, Clara, no dejó que lo hiciera, y tiene razón, no soy alguien quien pueda tomar y sacar a los hijos de mi novia cuándo ellos quieran, aunque el plan desde un principio haya sido acordado con ella misma.

Hago lo posible por relajarme, por confiar en ella y pensar en que no está en problemas, que no ha hecho una de sus tantas cosas impulsivas que la llevan a un solo lugar, y es el de los problemas. Quiero pensar que está bien, que tuvo un buen motivo para dejar a sus hijos sin pasar las doce a lado de ellos, y me haya dejado plantado a mí con todos los planeas que tenía para los tres, para ellos tres y para mí.

Muevo de un lado a otro la cabeza, cerrando los ojos y controlando mis pensamientos. El bullicio se comienza a escuchar, de los que celebran la navidad de la manera en que queman su dinero en juegos pirotécnicos, algo completamente innecesario pero que se hace y se ve reflejado en el cielo adornado de esas explosiones de colores.

No me quedo mucho afuera, me adentro nuevamente al interior al tiempo en que mi celular timbra. Lo saco con la sospecha de que sea Collet, pero al ver la pantalla es descartado el posible hecho.

—Feliz navidad. —la voz femenina me hace acariciar la barba, obteniendo paciencia.

—Gracias, igual a ti, a tu familia... a tu esposo.

—No era necesario...

—Como tampoco lo es el que me llames.

—Por Dios, solo te estoy deseando feliz navidad.

—Bien, ya lo has hecho, pásala bien. —intento alejar el celular, pero su comentario me hace detener el impulso.

—¿No está contigo, cierto? Por eso el mal humor.

—Adiós...

—Está con él —las tres palabras me hace detenerme de todo.— Yo sé por que te lo digo.

—Recuérdame el momento específico en que te dije que te metieras en esto.

—Es que no necesito que me lo digas, Gawen, soy parte de ello.

—No, no lo eres.

—Sí, si lo soy y más porque soy tu superior.

Eso me hace resoplar. Camino y me dejo caer en el sillón.

—Pásala bien Liza. —cuelgo sin más cosas de por medio.

Dejo por un lado el aparato y me recuesto en el sillón.

Miro al techo y el silencio dentro de la casa es aún distorsionado por el ruido de la celebración allá afuera.

Tomo nuevamente el celular y le marco a ella, este suena por mucho tiempo y no tengo respuesta alguna. ¿Debería rastrarla? Ni siquiera sé si está bien o no, con eso de que el mismo de mete criminal apareció.

Hacia la ObsesiónWo Geschichten leben. Entdecke jetzt