Capítulo 8 | Peligros y reencuentros.

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Peligros y reencuentros.

Collet. 

—Collet, hey Collet, mírame.

—¿Eh?

—Sal de tu ensoñación que ya estamos llegando, quiero que no te despegues por ningún motivo de mí —toma mi mano—, todo saldrá bien, ¿entendido?

Arrugo mis cejas, no respondo y giro mi cabeza para ver por la ventana, y efectivamente ya estamos llegando, los grandes edificios se ven, los suburbios abandonados y las calles desoladas bajo la nevada espesa que cae también.

—¿Entendido? —vuelve a insistir y no es hasta que el aprieta mi mano es que me doy cuenta que estoy temblando. — Siempre tranquila.

—Entendido. —acepto tratando de orientarme, de estabilizar mi mente y mi cuerpo.

Siento una sensación rara. Me siento desolada. No entiendo lo que ocurre y me obligo a espabilar cuando las camionetas se detienen, cuando Gawen me toma de la mano jalándome para bajar con él, seguidamente de los demás colegas.

El aire frío me pega en la cara inmediatamente, piso la nieve y mis botas se manchan. Miro al cielo y un deja vu pasa por mi mente, viendo plenamente como él me cargaba mientras yo derramaba sangre sin parar, mientras mi bebé moría y yo no podía hacer nada.

—Avancen, avancen. —Gawen susurra, y hace señas específicas para todos, quienes obedecen en instantes tomando sus puestos, con la estrategia planeada poniéndose al frente de mí.

No quiero verlo, es mala idea haber aceptado esto en medio de estos tiempos, pero él me sacude de un hombro trayéndome obligadamente a este momento.

—Agente, véame a la cara —su voz es firme, no se dirige a mí como lo hace siempre, ahora es de un superior a un cuerpo del FBI. Levanto la vista y me centro en él. —Si no se pone al hilo en la misión, me veré obligado a descartarla de ella y usted sabe muy bien lo eso que significa.

El foco rojo se enciende frente a mis ojos y niego automáticamente.

—Estoy al hilo...

—No, no lo está y le ordeno poner los pies sobre la tierra y enterarse de que está en una misión importante. De verdad Collet...

—Lo sé, lo sé. Estoy consciente. —reacomodo mi fusil. —En marcha.

Me doy la vuelta y sigo el parámetro de los demás, me ubico donde voy y Gawen me alcanza dando las ordenes para entrar al edificio en mira, ese donde se almacena droga y se trafican armas.

Las cosas pasan en segundos, demasiado rápido: derrumban las puertas principales y el primer escuadrón entra a la defensiva de cualquier ataque por parte de los criminales, pero no hay reacción alguna. Aun así, no se baja la guardia y se dispersan por los lados de donde entraron, para posteriormente dar paso al segundo escuadrón que nos verifican a nosotros, el tercer grupo, la entrada.

Avanzamos con paso decidido, con el fusil listo para cualquier reacción y se observa cada sitio del lugar, con el ceño fruncido al no obtener lo planeado. Se supone que habían hombres peligrosos en este lugar, los cuales iban a darnos pelea al nomás entrar, pero estamos recibiendo lo contrario que es silencio pulcro.

—No hay nada arriba —sale avisando Omar, uno de mis compañeros y líder de escuadrón.

Volteo a ver a Gawen y este está igual de extrañado que todos.

—Ni en el ala izquierda —añade Valeria, otra líder del escuadrón dos.

—Ni en la derecha —completa Hans, el líder de mi escuadrón.

Hacia la ObsesiónWhere stories live. Discover now