Capítulo 20 | Una nueva realidad.

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Maratón, capítulo 2/3. 

Una nueva realidad.

Collet.

Cierro los ojos, el llanto arrasando conmigo por primera o ultima vez de la manera como lo está haciendo ahora, con una intensidad no deseada ni bonita.

Lloro, maldigo, me emociono, me enojo, todo mezclado en este momento porque no sé cómo reaccionar a esto.

Estoy viendo a Logan, lo estoy... lo estoy...

Y él...

Él, está frente a mí, él, está caminando hacia mí, él, se agacha y se coloca de cuclillas quitando mis manos que limpian mis lágrimas, él, suaviza su expresión y envuelve sus manos con las mías, él, me observa, él, luego de unos minutos o segundos, suelta mis manos y me toma de los hombros, él, me atrae hacia su cuerpo, él, me envuelve entre su calor y me abraza. Él... él... él...


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Marzo 8 del 2020.

Haber delirado no era algo que me sorprendiera, al menos no desde hace ya bastante tiempo.

Dicen que sueñas con lo que anhelas, tienes pesadillas con lo que te aterra, y deliras con lo que te atormenta.

Y la culpabilidad de que él muriera por mí era lo que me atormentaba, tanto por el sentimiento de querer disculparme con él, despedirme de él, como el remordimiento pesado del "si no lo hubiera llevado conmigo", o eso es lo que me indica el suceso de haber creído que lo vi.

Y tres días después sigo creyendo que fue real.

Sentada sobre la silla de esponja al frente de un escritorio que mantiene detrás de él a Daria con las manos entrelazadas sobre el mismo, cierro los ojos queriendo derramar las lágrimas que necesito, pero que no puedo dejar caer, en un suceso que, representándolo, es como el alzar con furia un muro que pretende resguardar a una chica frágil, noble, de buen corazón y por sobre todo, una chica llena de miedos tan impregnados en su alma, que se llevó hasta el fin de sus días.

—Ha sido solo tu imaginación cariño, debes relajarte y reposar, el alterarte no te traerá nada bueno.

Y ahí estaba, las palabras que no sabe, pero arden como una cortada más a mi corazón, es meter la punta del cuchillo en la llaga del sufrimiento agonizante.

¿Desde cuándo una acción mía me ha traído algo bueno? Parece que vengo cargando con una cruz negra que me castiga cada segundo no importando qué haga o diga, siempre termino en el suelo lamiendo cada herida sangrante en mí provocada por todo aquel que se afana, se obsesiona, y se encapricha conmigo por asuntos que no me pertenecen.

—Fue muy real...

Mis ojos fijos en ella, en esa mujer de edad avanzada, esa mujer que viene tratando cada malestar que tenía cuando entré en aquel psiquiátrico.

—La mente suele proyectar cosas muy realistas aunque estas no lo sean. La mente es muy peligrosa, Collet, o aprendes a dominarla a ella, o ella te dominará a ti, empujándote a un fin en la nada que no querrás conocer.

Pero lo conocí.

Daria. La mujer que conoce cada punto débil en mí, y me sorprende que aún siga haciendo lo que hace conmigo.

No respondo, no necesito hacerlo, ni ella necesita estarme dando charlas en la sala de espera del hospital en el que estoy. Sin embargo, es tan necesario como las posibilidades de salir de este lugar para reunirme con mis gemelos.

Hacia la ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora