《 TOKYO REVENGERS STORIES ♡ 》

T A K A S H I M I T S U Y A

𝕋𝕒𝕜𝕒𝕤𝕙𝕚 𝕄𝕚𝕥𝕤𝕦𝕪𝕒
𝔽𝕒𝕟𝕥𝕒𝕤𝕚𝕒𝕤

I wanna be your slave
I wanna be your master
I wanna make your heart beat
Run like rollercoasters
I wanna be a good boy
I wanna be a gangster
'Cause you can be the beauty
And I could be the monster

...

—¡Auch!

—¿Podrías dejar de quejarte? —le pediste amablemente mientras dabas toquecitos sobre sus heridas con el algodón empapado en alcohol—. Se supone que dejarían de meterse en peleas...

—¡Es que esos sujetos asquerosos estaban molestando a una niña, no tenía más de doce años! —respondió él, con esa voz que te brindaba calma, estabas molesta, pero apenas le escuchaste entendiste sus motivos, él no solía actuar de forma impulsiva y lo sabías muy bien.

—¿Y les pateaste el trasero? —preguntaste, ablandando un poco tu tono de voz, mientras le ponías una bandita adhesiva sobre sus heridas.

—¡Claro que si! —respondió regalándote una sonrisa.

Sujetaste su rostro con tus manos mirándole a los ojos, él estaba sentado con sus piernas abiertas para que pudieras pararte frente a él y curar sus rasguños, le agradaba tenerte así de cerca, sentir el calor de tu cuerpo cerca del suyo era algo que le daba paz.

Sus ojos color lavanda te miraron con determinación, sin que alcanzaras a darte cuenta te aprisionó con sus brazos apegándote a su cuerpo, posando su cabeza sobre tus pechos, mientras te miraba de forma inocente, pero podías leer su mirada, dentro de su cabeza miles de pensamientos impuros contigo le hacían sonreír.

—Tienes "esa" mirada... —dijiste en un hilo de voz.

—¿Que mirada? —fingió inocencia.

—La que pones antes de quitarme la ropa... —murmuraste agachandote para juntar sus rostros, casi rozando sus labios.

—¡Eso no sería prudente ahora! —se burló el chico—. Estamos en un lugar publico...

—Otras veces eso no te ha importado, quieres que te recuer-

No alcanzaste a terminar la frase, sus labios capturaron los tuyos, moviéndose lentamente en un beso pausado e intenso, sujetando tu cintura con firmeza, haciéndote sentir tan suya, te encantaba que te besara de esa forma, sin esperarlo, no entendías como podía convertirse de esta persona tan dulce a un hombre tan dominante en una cama, o en una mesa, o donde fuera, pero realmente no te quejabas, sabía hacerlo tan bien, le encantaba sorprenderte.

—¡Sígueme! —dijo tomándote de la mano para guiarte—. Tengo una sorpresa para ti.

Simplemente te dejaste llevar por él, te entregó el casco que había comprado para tí, le encantaba llevarte en su motocicleta, le encantaba sentir tus brazos rodeando su cintura, y a ti te encantaba tenerlo tan cerca mientras sentías el viento golpear tu cuerpo.