《 TOKYO REVENGERS STORIES ♡ 》

S H U J I H A N M A P A R T E I V

𝕊𝕙𝕦𝕛𝕚 ℍ𝕒𝕟𝕞𝕒 ℙ𝕒𝕣𝕥𝕖 𝕀𝕍
ℙ𝕤𝕚𝕔𝕠𝕡𝕒𝕥𝕒

Después de volver a casa junto a mi Shuji las cosas solo mejoraron. Hubo tiempo de hablar, hubo tiempo de encontrar soluciones, y como en este momento; hubo tiempo de volver a tener sexo, delicioso y desenfrenado como a él le gusta.

Quisimos alejarnos de todo lo que nos colapsaba, mi esposo es una persona muy difícil de comprender por completo, alguien que necesita divertirse casi tanto como necesita respirar, y aunque por un minuto pensé que nosotros tendríamos una vida normal y tranquila descubrí que yo también disfruto de esas pequeñas emociones.

Sufrí, lo que mas me había dolido era pensar que él ya no me amaba, que no encontraba esa chispa de emoción al estar conmigo. Pero todas mis dudas se disiparon en cuanto él apareció tras la puerta rogándome volver a su lado.

Hanma me contó todo con lujo de detalles, y a pesar de que mi ego y mi corazón dolió un poco decidí perdonarlo, porque nadie es perfecto, ni yo lo soy, mentiría si dijera que jamás he mirado con deseo a otra persona, mentiría si dijera que nunca me he tocado pensando en otra persona. Pero la realidad es diferente a las fantasías, y aunque la rutina nos haya llevado a casi cagarla —bueno, sobre todo a él—. Todo había cambiado ahora. Sobre todo después de la boda.

A la semana siguiente de nuestra reconciliación Shuji renunció a la compañía, algo que no le gustó mucho a la tal Agustine quien se atrevió a armar una escenita casi dando a entender que entre mi esposo y ella había algo, maldita loca.

Esta vez Shuji volvería a unirse al mundo de la noche, los de Bonten le ofrecieron hacerse cargo de uno de los casinos, y aunque acepté a regañadientes por lo riesgoso del trabajo, al menos eso nos ayudaría a tener mas tiempo juntos, juntos los tres. Además, habíamos dejado nuestra casa, cuando nos casamos decidimos dejar todo atrás y mudarnos a las afueras de la ciudad, queríamos una casa com un gran patio y piscina para que Amai pudiera jugar cuando crezca.

Nuestra bebé duerme en su habitación, el monitor de observación nos dejaba claro que nada perturbaba su sueño y a sus siete meses no hay fuerza en la naturaleza capaz de despertarla, lo que para nosotros es un gran, pero gran alivio.

—¡Oh mi dios! —gimo intentando contenerme de gritar cuando el jala mi tanga provocando que la tela estimule mi botón de placer—. ¡Shuji!

—Shh —ordena—. Recuerda que ya no puedes gritar, podemos despertarla aunque duerma como un tronco..

Poco hace para ayudarme a guardar silencio, con esa sonrisa maliciosa que tiene el poder de siempre enloquecerme se acerca para besar mis labios y sus dedos viajan a mi feminidad, acariciando superficialmente mis labios inferiores mientras su lengua se mete en mi boca, recorriéndola y ahogándome en necesidad.

La luz de la luna entra a nuestra espaciosa habitación a través de las cortinas, iluminando el lindo rostro del maleante que logró robar mi corazón, asegurándose de mantenerlo solo para él para siempre, mi esposo, el hombre que me hace gritar de placer y enamorarme con locura.