N A H O Y A K A W A T A

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ℕ𝕒𝕙𝕠𝕪𝕒 𝕂𝕒𝕨𝕒𝕥𝕒𝕋𝕠𝕣𝕞𝕖𝕟𝕥𝕒

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ℕ𝕒𝕙𝕠𝕪𝕒 𝕂𝕒𝕨𝕒𝕥𝕒
𝕋𝕠𝕣𝕞𝕖𝕟𝕥𝕒

¿Qué si fue una buena idea venir?, por supuesto que no.

Ahora camino hasta atrás de nuestro grupo de amigos, dudando de que después de un tiempo pueda seguir considerándolos de esa forma, pues al ver como marchan las cosas mis esperanzas se desvanecen.

—¿Estás bien? —me preguntan las chicas dándose cuenta del ardor presente en mi pecho.
—Si, estoy perfectamente, ¿por qué no lo estaría? —respondo aclarando mi garganta, mientras camino con las manos metidas en mis bolsillos, bajando mi mirada al darme cuenta que la suya se dirige hacia mi.

Debería quitar esa sonrisa de su rostro, ¿Qué no se da cuenta del daño que me hace?. Cuando miro la forma en que esa chica sujeta su brazo, sin soltarlo ni un solo segundo mientras caminan frente al resto del grupo.

De seguro la llevará en su moto, tal como lo hacía conmigo

Apuesto a que ella se jactó con sus amigas de que tendría una cita con un ex miembro de la Tokyo Manji, diciéndoles que eres tan único y especial, así como lo hacía yo.

—No deberías preocuparte tanto —me dice Sōya, con su semblante tan triste como es habitual.
—¿Cómo se supone que deba sentirme entonces? —respondo, tratando de no ser grosera, pues él no tiene la culpa—. Terminamos hace menos de un mes...

Sujeta mi brazo y me hace caminar junto a él, y me siento acompañada, hasta tal vez un poco menos triste, pese a estar acompañada por el chico mas melancólico y triste de toda la faz de la tierra.

—Sé por que lo digo —continúa Sōya—. Compartimos útero, ¿recuerdas?.
—¿Acaso eso les da poderes psíquicos o algo por el estilo? —bromeó intentando cambiar el tema—. Me perturbaría un poco si pudieras leer su mente.
—¡Ay, no, ni pensarlo! —se aventura a decir, mientras niega con la cabeza y me mira con pavor—. No me gustaría saber de sus cochinadas.

Sus ocurrencias me sacan una sonrisa, al menos de esta forma vuelvo a centrarme en la diversión mientras caminamos entre los puestos de souvenirs del festival.

Las nubes grises amenazan con soltar lluvia, y el viento tibio se encarga de elevar mi vestido. No luzco tan bien como ella, no me sentiría cómoda usando yukata, pero a ella se le ve genial.

Y recuerdo que también hicimos esto, compartiendo nuestro helado de fresa, mientras embarraba mi rostro a propósito y después se burlaba solo para luego quitármelo con la lengua. Muero de celos de tan solo pensar en que lleve a cabo lo último, pero no tengo derecho alguno para reclamar.

《 TOKYO REVENGERS STORIES ♡ 》Where stories live. Discover now