15 | Y todo empieza con una insinuación

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Empezar el día sabiendo que he obtenido mi primera derrota ante mi enemigo jurado es una de las peores cosas que me puede haber pasado, sobre todo porque mi consciencia no deja de recordármelo

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Empezar el día sabiendo que he obtenido mi primera derrota ante mi enemigo jurado es una de las peores cosas que me puede haber pasado, sobre todo porque mi consciencia no deja de recordármelo. Me froto los ojos y el rostro para convencerme de que en verdad no fue un sueño o, mejor dicho, una pesadilla.

Durante un buen rato me quedo observando el techo lila de mi habitación después de haber despertado, mientras me doy ánimos internamente en medio de la actitud pesimista que se cierne sobre mí. A pesar de que tuve que fingir anoche frente a Quentin que nada había pasado para no arruinarle la atmósfera romántica y su posterior declaración, la verdad es que sí pasó algo: quedé al descubierto ante Stephen Boward.

Pasó lo que menos me esperaba y lo que menos quería, bajo ningún motivo. Estoy consciente de que esta ciudad no es la más grande del país, pero aun así, el hecho de que Boward me haya encontrado con tanta facilidad fue tan repentino que no descarto que haya estado en sus planes. Quién sabe si me siguió después de clases o si es que realmente logró verme aquel día que Nadia estuvo aquí conmigo. De alguien como él me espero cualquier cosa.

Este, fiel a su hábito de molestarme cada vez que se le presenta la oportunidad, no se contentó con solo descubrir mi lugar de trabajo, estar a punto de dejarme al descubierto frente a mis compañeras y hacer comentarios sin sentido cuando estuvimos a solas, sino que volvió a quitarme mi pulsera, lo cual supone una doble derrota. Incluso se atrevió a ponerme en una encrucijada, en la que tontamente caí. Cierro mi mano en un puño al recordar eso último. Me da tanta rabia no haberle podido reclamar como a mí me hubiese gustado, solo por el hecho de que estábamos en mi zona laboral. Si mi jefa me encontraba, el problema podría haberse hecho más grande, y conociendo su temperamento y la poca estima que me tiene, no hubiera dudado en despedirme por causar tal revuelo. Además, si me mantuve tan serena el día de ayer fue porque no quiero que, por ningún motivo, mis compañeras sepan que conozco a su supuesto «Ángel desterrado».

Tiro una de mis almohadas a un lado de mi habitación de lo frustrada que me siento, pues no puedo gritar o los Wells se alarmarían. Ni siquiera pude pegar un ojo en toda la noche a causa del incidente. Eso no significa que haya estado pensando todas esas horas en Boward, claro que no, sino en una manera de vengarme.

Estoy tan enojada que si me lo encuentro y empieza a provocarme podría enfrentarme a él sin ningún problema. Lleva buscándome desde el primer día que nos empezamos a sentar juntos y, si sigue así, pronto me va a encontrar.

Tras divagar unos minutos sobre el tema, pero sin más ganas de empeorar mi día, me levanto de mi cama y me dirijo al baño para bañarme y alistarme para la escuela. Aunque no me sienta con ganas de ver rostros adolescentes el día de hoy, tengo la obligación de estudiar y mantener mis notas por encima del promedio regular. Es una meta personal que me he impuesto, y voy por buen camino. Ahora que lo pienso, quitarle su tan preciado puesto en la lista de notas de Boward quizá lo haría ver la realidad, que no es cierto que solo los miembros de El Triángulo son los más inteligentes. Sería un golpe muy duro para él; para mí, la mejor noticia.

Buscando tu atención [SB#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora