20 | Antes disgusto, ahora odio

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Abandono la enfermería dejando atrás a Edward y a Boward sin importarme que estuvieran hablando

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Abandono la enfermería dejando atrás a Edward y a Boward sin importarme que estuvieran hablando. No me apetece seguir estando entre ellos, aturdida al escuchar sus preguntas y comentarios. Sobre todo, los de este último.

¿Acaso ese idiota habló de oficializar la relación? ¿Qué relación? Debí darle otra patada ahí mismo.

En el pasillo de regreso a los vestidores de chicas, reviso mi codo lastimado. El algodón y el esparadrapo que cubren mi herida solo me traen recuerdos del inesperado acercamiento de Stephen y mi siguiente atención hacia él como si la enfermera hubiera sido yo. Dios, ¿en qué estaba pensando? Evocar ese momento solo me pone de mal humor. Me quitaría la especie de apósito si no fuera porque luego la herida podría infectarse.

Estúpido Stephen.

Debí saber que, por más que fuera "amable" con él, no me dejaría en paz ni se detendría con sus comentarios que no vienen al caso. Es imposible llegar a algún tipo de acuerdo no contencioso entre los dos; cada vez que pienso que todo parece ir mejor, sale con sus bromitas que no me hacen ninguna gracia.

Me detengo un momento para girarme en dirección a la enfermería y expresar mi enojo como si pudiera atravesar con láseres las paredes, a pesar de que Boward no está en la entrada, pues al parecer sigue adentro. Aquello me desconcierta un poco, ¿de qué estarán platicando esos dos?

Ruedo los ojos y vuelvo a darme la vuelta. No me incumbe lo que sea que haga ninguno de ellos.

Apenas estoy vestida nuevamente con el uniforme de la escuela, abandono el edificio con dirección a mi casa. Necesito llegar lo más pronto posible para poder darme un baño y dirigirme al trabajo. Casi sin darme cuenta ingreso a la casa con mi brazo flexionado como si en vez de tener un pedazo de algodón, tuviera un yeso alrededor.

—Alessy, ¿qué te pasó?

Quentin es el primero que me ve y se acerca para ver por qué mantengo mi brazo así. Para que vea que no es algo grave, lo estiro y sacudo antes de explicar lo que sucedió.

—Nada, un accidente en mi presentación.

Cierro la puerta y camino hacia las escaleras sin darle importancia.

—¿Y eso es nada?

—Te aseguro que pudo ser peor —manifiesto girando por el descanso de las escaleras y llegando al segundo piso. Por supuesto que pudo ser peor, pude haberme golpeado la cabeza, doblado un tobillo o incluso fracturado alguna de mis piernas. Todo por culpa de la estúpida de Crystal.

Mi espíritu vengativo me pide que no lo deje pasar y se lo devuelva, pero mi lado racional me dice que si tomo alguna clase de represalia, desencadenaré un círculo vicioso de enfrentamientos entre ambas para los que, sinceramente, no estoy de humor. Suficiente tengo ya con mi agitada vida de estudiante y empleada a tiempo parcial.

Camino hacia mi habitación y me encierro para poder buscar ropa limpia y darme un baño.

Una vez que me visto, reemplazo el algodón de mi herida y la sustituyo por una curita. Lo que sea con tal de no tener sobre mi cuerpo algo que Boward haya tocado. Después de eso, me coloco mi polera con capucha favorita y salgo hacia mi trabajo, no sin antes despedirme de Quentin. Me espera otro día de explotación de parte de Sophie Saw.

Buscando tu atención [SB#2]Where stories live. Discover now