16. El símbolo de Aguijón Verde.

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CAPÍTULO 16

EL SÍMBOLO DE AGUIJÓN VERDE.

ALEX

Las lágrimas me impedían ver la carretera mientras conducía el coche. Cuando aparqué enfrente de la casa de mi padre, salí del vehículo y cerré la puerta con rabia.

Mi interior era un caos que no podía controlar. Las últimas palabras de Victoria hicieron mellas en mí. Ella era una chica que nunca se rendía y fue una fuerte apuñalada que de mí sí se cansara, porque eso significaba que llegó a su límite, el cual era muy difícil de rebasar. Puede ser que eso fuera lo que yo quería en un principio, que ella me dejara en paz y se alejara de mí para poder olvidarla. No obstante, cuando realmente se cumplió mi deseo, sentí un vacío en mi interior.

«¿De verdad yo le hacía daño?», no podía evitar preguntármelo.

Le hice daño a mi madre cuando no estuve ahí para ella en el momento en que enfermó. También dañé a Lee cuando no paraba de ocultarle cosas y desaparecía de la nada, preocupándola. Mi hermano Daniel puedo asegurar que sufrió por mi culpa, por haberlo abandonado aquel día que me fui de casa. Zada sufrió durante meses por mi culpa también, por no haber evitado que la secuestraran. Y no podía faltar nombrar a esa persona que tanto destrocé... Vivian estaba en su derecho a odiarme con toda su alma. Ahora era cuando me daba cuenta de que quizá yo fuera el problema y era verdad que realmente dañé a Victoria debido a mi actitud de mierda hacia ella.

Entré en casa y subí directamente las escaleras para encerrarme en mi habitación. Quería acostarme ya y olvidarme de todo. Cuando estaba durmiendo no tenía problemas, todo era mucho mejor. La vida era una verdadera pesadilla que no podría superar a las que tenía cuando dormía.

Sin embargo, justo en ese mismo momento la puerta se abrió y Daniel se asomó.

—Holi —me saludó.

Pasé mi brazo por la cara para limpiarme las lágrimas y le sonreí.

—Hola, renacuajo.

—Te he hecho un regalo —me comunicó Daniel y entró a la habitación con las manos escondidas detrás de su espalda.

—¿Ah sí? —pregunté con tono divertido.

Todo el huracán que formó Victoria en mi interior se desvaneció con la presencia de mi hermano pequeño. Daniel era lo más importante en mi vida y con tan solo tenerlo entre mis brazos ya era feliz.

—¿Estás bien? —me preguntó con un puchero en su rostro al notar mis mejillas mojadas y mis ojos enrojecidos.

—Eh... Sí, sí —contesté con una gran sonrisa en mi cara.

—Pero has llorado... —murmuró con tono triste y sus manos se desplomaron, colocándose cada una a cada lado de sus caderas y mostrando un papel.

—No, ¡no! —negué con la cabeza—. Estoy bien, enano, no te preocupes, ¿vale?

La puerta de mi habitación estaba abierta y en ese mismo momento pasó por el pasillo Vivian. Ella se detuvo justo en mi cuarto, en el pasillo. Ambos nos miramos y ella frunció el ceño. Seguramente se preguntará por qué tenía los ojos casi rojos.

—Eh... Daniel, ¿qué era eso que me querías enseñar? —le pregunté, desviando la mirada de mi hermanastra—. ¿Es eso? —inquirí con una sonrisa, señalando el papel que tenía en sus manos.

—Sí... —contestó y extendió la mano para dármelo—. Es un dibujo.

Agarré el papel con mis manos y observé el dibujo con una sonrisa en mi rostro. Daniel nos había dibujado a nosotros dos y alrededor había unos árboles, es decir, un bosque. También había pintado un sol con una carita feliz y la zona estaba decorada con flores.

Escorpion [SUSAC#2]Where stories live. Discover now