33. La ola de agua.

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑𝟑

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑𝟑

𝐋𝐀 𝐎𝐋𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐆𝐔𝐀

𝐓𝐎𝐑𝐈

Aguijón Verde nos llevó hace unas horas a la guarida de los Escorpiones. Me comunicaron que no había problemas si me presentaba allí, pues los Escorpiones ya no me acusaban de traidora, sino a Zyon, aunque Aguijón Verde se encargó de hacerse responsable de someterle a un supuesto castigo, el cual no existía en realidad.

Por otra parte, la guarida era el único sitio para esperar hasta que fuera el momento adecuado para ir al puente abandonado. No podíamos arriesgarnos a escalar ese edificio a plena luz del día. Eso teníamos que hacernos por la noche y había que esperar hasta que apenas haya personas por la calle. Aguijón Verde le explicó a Dolan que su misión era conseguir el escorpión dorado, pero no para utilizar su poder, sino para analizarlo y buscar una solución a la ausencia de la Uvarovita, de la que aún tenía que descubrir su ladrón.

Nada más llegar a la guarida, un hombre algo mayor con canas en el cabello se acercó a mí con una gran sonrisa. Enseguida pude reconocerlo y le di un fuerte abrazo. Era el vagabundo que me salvó de Reece, el hombre escorpión que se hacía invisible, y ahora lucía bastante distinto. El gran matojo de pelo desapareció y el cabello estaba recortado con un estilo a soldado alemán. La barba ya no estaba en su cara tampoco y ahora se le podía ver con mejores perspectivas la boca, la cual tenía unos labios pequeños y finos. El ojo blanco que tenía a causa de la ceguera había sido reemplazado por un ojo de cristal, a gusto de Poppy, que era como él se llamaba.

En cuanto a la vestimenta, ahora vestía igual que los Escorpiones, incluso le habían hecho el tatuaje del escorpión en la muñeca. Poppy deseaba convertirse en uno de ellos, aunque la Uvarovita no estuviera aquí para concederle el deseo. Él ya no estaba jorobado como antes y ahora tenía todos sus dientes, pues se hizo un implante. Estaba totalmente distinto y bastante feliz. Incluso podía decir que su cambio de estilo lo había rejuvenecido unos cuantos de años y ya no era el viejo verde del callejón oscuro. Lo único que no cambió de él, ni quería, era tener en sus manos su pequeña pala.

Antes también llamé a Louis para explicarle mi escapada y todo lo que había pasado. Él me comentó que papá y mamá estaban completamente enfadados y que me iban a castigar para toda la vida, pero que iba a hacer todo lo posible para ayudarme.

Ahora me encontraba sentada en la barra del bar de la guarida, donde estaban casi todos los Escorpiones apostando con las cartas, bebiendo en sus respectivas mesas o jugando a diversos juegos, como el billar, el futbolín o los dardos. El cielo seguía siendo oscuro, pues la lluvia no paraba de visitarnos y parecía furiosa. El único lugar para divertirse sin mojarse era el bar de la guarida, aunque realmente estábamos bajo tierra y no nos íbamos a mojar en ningún sitio, salvo en el jardín del final.

Escorpion [SUSAC#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora