20. El canto de sirena.

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CAPÍTULO 20.

EL CANTO DE SIRENA.

TORI.

Cuando supuse que todo el mundo se había ido a dormir, por el silencio que inundaba en mi casa, salí de mi cama y puse una almohada, que tapé con las sábanas, como la otra vez. Tenía puesto una sudadera cómoda y unos pantalones deportivos, igual que los zapatos.

Pion, que se encontraba en el poyete de la ventana, vino hacia mí, correteando. Me agaché y le dejé espacio en el bolsillo de mi sudadera para que pudiera acomodarse ahí. Miré por la ventana y Aguijón Verde seguía en el mismo lugar, mirándome fijamente. También comprobé la altura de la ventana y tragué saliva al ver lo lejos que estaba el suelo de mí.

Me dirigí hacia la puerta cuando vi que la ventana era un método muy arriesgado. Pasearme por la casa también lo era, pero al menos así no moría en el intento.

Logré escapar de mi casa sin que nadie se diera cuenta. Pasé por el agujero que había en la valla, saliendo de la parcela de mi casa, y caminé hasta Aguijón Verde, quien se encontraba con las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero, como siempre.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté cuando llegué a su lado—. ¿Pasó algo?

—Tú me llamaste —dijo, girándose hacia mí.

—¿Yo? —cuestioné con el ceño fruncido.

—Sí, me pediste ayuda.

Abrí los ojos como dos aceitunas cuando recordé el momento en el que me encontraba en el coche de Melville. Pensaba que me encontraba en peligro y recordé las palabras que recité en mi mente: «Aguijón Verde, ¿dónde estás? Te necesito, joder». No sé cómo, pero parece ser que ese mensaje de socorro le llegó a Aguijón Verde.

«Pero ¿cómo?», me pregunté.

—¿Fue a través de la mente? —quise comprobar que mis teorías eran ciertas.

—Tu voz sonó en mi cabeza, por lo que sí.

—No puede ser... pero...

—Al parecer, al verte en peligro, tu organismo se alteró y lograste enviarme ese mensaje a través de la mente.

—¿Eso puede hacerlo cualquier otro hombre escorpión? —interrogué.

—No.

—¿Qué? ¿Y cómo pude hacer yo?

—Victoria, recuerda lo que te conté. Tus ojos azules son especiales. Eres del bando azul y, por lo tanto, tus poderes están relacionados con la mente. Es decir, es un poder completamente alejado al mundo de los hombres escorpiones.

—Pero tú puedes comunicarte también a través de la mente.

—Recuerda también que yo experimenté conmigo mismo para acabar con el proyecto Susac.

—Entonces... ¿este era el poder que me tocó cuando experimentaron conmigo?

Aún me costaba creer que tenía una vida pasada que no recordaba y mucho menos que alguien experimentó conmigo y que tenía superpoderes. Todo lo que me estaba ocurriendo era muy de película y me parecía demasiado surrealista.

—Seguramente ese fuera tu poder antes de morir —se calló por un momento, pero no hablé al ver su ceño fruncido—. Sin embargo, hay algo que no me cuadra.

—¿El qué?

—Cuando moriste, los poderes se esfumaron, aunque aún tuvieras los ojos azules.

—Quizá solo se paralizaron y ahora se reactivaron —supuse—. Del mismo modo puede estar pasando con el escorpión que hay en mi interior.

Escorpion [SUSAC#2]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt