42. Aguijones.

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CAPITULO 42

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CAPITULO 42

TORI

AGUIJONES

Mis ojos comenzaron a abrirse poco a poco, aunque me costaba poder controlar mis párpados pues estos me pesaban. Tosí un poco y solté una bocanada, como si mi cuerpo estuviera tan cansado que ni fuerzas para despertar tuviera. Un brillo de luz divisó mis pupilas, pues estaba haciendo esfuerzos para poder abrir los ojos y saber qué estaba pasando y dónde me encontraba.

Me retorcí y refunfuñé. Parecía que me encontraba en una especie de cama, pero no lograba poder afirmarlo ya que estaba entre dormida y despierta. Sin embargo, por el tacto del colchón blando en el que mi cuerpo descansaba y la suave almohada en la que mi cabeza se acomodaba, pude confirmar mis teorías.

No sabía cómo despertar y me estaba desesperando. Solo podía ver negro al tener los párpados cerrados, impidiéndome ver algo. Ni tan siquiera podía tener una de mis pesadillas que tanto me acojonaban al principio, puesto que estaba despierta y podía jurar que mis oídos escuchaban pequeños golpes en un acero.

Después de mil intentos, en los que le ordenaba a mi cabeza que me sacara de esta tortura, decidí probar otras técnicas. Entonces, mis dedos comenzaron a moverse, hasta que sentí mis afiladas uñas rozar la piel de mis palmas y atravesar sus delicados tejidos.

La aflicción empezó en mi mano y terminó recorriendo todo mi cuerpo, hasta llegar a mi cerebro, el cual despertó mi ser, permitiendo que mis ojos se abrieran de golpe.

Intenté controlar mi respiración, aunque eso se me estaba complicando cuando lo veía todo dando vueltas. Me encontraba bastante mareada, como si me hubieran drogado, y un fuerte dolor de cabeza viajó por los conductos del interior de mi cabeza. Sobre todo, la aflicción se centró aún más en la sien, cerca de mis ojos, provocándome incluso fatiga.

Efectivamente, me encontraba en una especie de cama, pero enfrente de mí solo veía unos barrotes de acero. Extrañada, decidí darle la vuelta a mi cuerpo tumbado para ver qué había detrás de mí y, con esfuerzos, me moví con lentitud.

Ahora tenía mejores vistas de la habitación donde me encontraba. Esta se encontraba totalmente iluminada por los rayos del sol que entraban por las claraboyas.

Al recordar lo que había ocurrido el pánico empezó a apoderarse de mí y un pitido familiar en mi cabeza comenzó a resonar, torturándome. Podía notar la sangre bombeando aceleradamente por todo mi cuerpo, intentando seguirle el ritmo a los golpes de mi corazón asustado.

A pesar de la debilidad de mis músculos y la sensación de que me habían drogado —para adormilarme y dejarme fuera de combate—, me ordené levantarme de la cama para inspeccionar el lugar, así que elevé mi cuerpo, pero no pude alzarme del todo, ya que algo impidió que mi mano siguiera avanzando.

Escorpion [SUSAC#2]Where stories live. Discover now