34. El partido de voleibol.

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CAPÍTULO 34

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CAPÍTULO 34

EL PARTIDO DE VOLEIBOL

ALEX

No había visto a Victoria desde hace tres semanas y me estaba preocupando bastante. Le enviaba mensajes y no me los contestaba. Es más, cuando la llamaba, me saltaba el contestador. También le envié mensajes a Louis, pero me tenía bloqueado por todas partes. No sabía por qué motivo. Temía que le hubiera pasado algo a Victoria y estaba al borde de la desesperación.

La última vez que la vi fue cuando llegué de Madrid. Ella me estaba esperando en el aeropuerto. Cuando mis ojos la contemplaron, no pude sentirme más aliviado y feliz. Había sentido bastante miedo al enterarme de que ella se encontraba justo en la casa de la persona que aparecía en el vídeo de mi madre. Y ese hombre era nada más y nada menos que el director del instituto Riddle High.

Caminé hacia donde se encontraba Victoria y solté las maletas para darle un fuerte abrazo. Por fin pude respirar tranquilo al saber que ella se encontraba bien. A las espaldas de Victoria vi a Zyon y me tensé. Victoria nos presentó y la situación no fue muy agradable. Ambos no apartamos la mirada del otro y se notaba una mala tensión entre los dos. Victoria me explicó que Zyon se había encargado de traerla, para que no hubiera ningún problema, y que ya se iba para dejarnos solos. Nada más desaparecer Zyon de mi vista, Victoria y yo fuimos a buscar un parque para sentarnos en un banco y hablar tranquilamente.

Las nubes del cielo seguían teniendo un color bastante oscuro, avisando de que dentro de poco gotas de agua iban a mojar las calles de Riddle Woods. Incluso podría tronar, pues el cielo tenía un color demasiado feo.

—Odio la lluvia —opiné, mirando el cielo.

Estaba en un parque e iba a empezar a llover. No era un plan nada agradable para mí, ya que estos lugares me recordaban a la promesa que le hice a Daniel, la cual no cumplí.

—Es verdad que la lluvia trae malos recuerdos, pero también tienes que ver la parte buena —dijo Victoria, mirándome.

—¿Y cuál es? —cuestioné.

—Recuerda.

—¿El qué? —fruncí el ceño.

—Algún momento bueno que te haya pasado debajo de la lluvia —apuntó y sonrió de lado.

—No hay ninguno —mi cara se tornó triste.

—¿Seguro? —alzó una ceja y amplió su sonrisa.

—No...

—¿Y el beso que nos dimos bajo la lluvia? —preguntó.

—Con la miel en los labios... —recordé y una gran sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro—. Ese día fue increíble.

Escorpion [SUSAC#2]Where stories live. Discover now