XLII. PENA

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Nix Russo.

El paso de los meses era normal, la diferencia: Joel entró de lleno en mi vida.

Más allá de estar juntos por un trabajo, me cambió la vida.

Hablando de trabajo, hoy es el último día, terminamos de hacer la letra.

Por como pasó al principio dirían que cada que iba a la casa de Joel era tener sexo en:

El sofá...

La cama...

La cocina...

La ducha...

Su habitación

Y todo lugar posible...

Y si... Pero ese no es el punto.

El punto es que ya casi termina esta etapa de mi vida, la preocupación de qué carajo haré con mi vida se apoderan de mi mente, todo lo que tenga que ver con futuro es algo que me hace dudar y querer dar un paso atrás.

Ahora solo me atengo a la oportunidad de Camacho para trabajar, pero... ¿Qué pasaría si la oportunidad se la queda Jonathan y Caroline?

El mundo de la música es demasiado corto y solo determinadas personas entran en él.

-Tierra llamando a Nix -escuché a Joel a un lado mío.

-¿Ah? -me mostré distraída.

-¿En qué piensas?

-En nada -mentí.

-¿Segura? -asentí -pues no lo parece, cariño -sí, también me dice cariño.

-Estaba pensando -suspiré -¿Qué pasaría si la oferta se la lleva Caroline y Jonathan?

-No va a pasar -trató de tranquilizarme.

-¿Cómo lo sabes? -inicié paranoica.

-Sólo lo sé -dijo tranquilo.

-¡¿Cómo estás tan seguro?! -grité.

-¡Tranquila, Nix! -me tomó de los hombros -No sé qué mosco te pico, pero todo va a estar bien, además -soltó una bocanada de aire -el que se debería de preocupar por el futuro soy yo, tú tienes una cafetería.

Casi olvidaba el negocio con Fran, últimamente le ha ido muy bien, a la gente le a dado por ir a mi cafetera.

-Ahora vístete -levantó levemente las cejas -tenemos que ir a la escuela -hizo una pausa -hoy presentamos la canción.

Recogí mi ropa del suelo, salimos del departamento para tomar camino a la institución.

Al estar en la acera de la escuela, Joel me abrió la puerta como en los cuentos de hadas, estiró su mano como los chaperones de las princesas.

-Llegamos, señorita Pimentel -sonrió mientras tomaba su mano.

-¿Qué te había dicho de...? -no pude terminar.

-Ya lo sé, ya lo sé -interrumpió -pero no puedo evitar decirte así, desde que te conozco quise llamarte así y ahora puedo hacerlo -se acercó a mi para darme un beso.

-Muy rápido, Pimentel -tapé su boca con uno de mis dedos sobre él.

Caminé a la entrada de la institución.

Al entrar al salón, como siempre no estaba Camacho y todos estaban en guerra, una de todos contra todos.

Entre junto con Joel al aula, dejamos las mochilas en los asientos y esperamos a que llegara el profesor.

Señorita... ¿Pimentel? (J. P.) ||+18|| ✔️Where stories live. Discover now