XLIII. EL SQUIRT

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Nix Russo.

El sonido del timbre interrumpió bruscamente el anuncio de Camacho.

—Mañana les diré al ganador —anunció el hombre

—Pero puede decirnos rápido la pareja ganadora —reprochó Coraline mientras el hombre caminaba a su escritorio recogiendo su mochila de trabajo

—Mañana, Coraline —respondió el hombre pasando la correa de su mochila por su cabeza.

Una notificación llegó a mi celular, lo que me impidió estar igual que Coraline.

💬Zab 💙
Oye, puedes venir a mi casa?

¿Una propuesta de Zabdiel para ir a su casa?

Cuando se trata de Zabdiel sé que puedo confiar en él.

Él es más tranquilo que cualquier persona, incluso que Marcela...

Okay...

Cualquier persona es más seria que Marcela, incluso Christopher.

—¿Todo bien? —preguntó Joel a un lado mío.

Asentí en silencio guardando mi celular en mi bolsa del pantalón.

—¿Segura? —volví a asentir en respuesta para el chico —de no conocerte me daría igual y diría que el que te ve rara soy yo, pero sé que no eres así, querida —levantó las cejas cuestionable —desde que te conozco eres muy predecible, así que sé que estarías con Camacho hablando sobre alguna duda que tengas respecto al tema o por como te ví seguirías halagando al profesor por su nuevo tinte.

—Claro que no soy predecible —fue lo único que dije para poderme defender.

—Ajá —el chico se mostró inocente sin poder creerme.

[...]

Al salir del instituto tomé rumbo a casa de Zabdiel.

¿Ya estará en su casa? —me pregunté a mi misma internamente —Bueno, necesito tocar el timbre para saber.

Me acerque temerosa al timbre de la casa. Dentro de mi mente había un recuerdo de una mini yo corriendo mientras un mini Zabdiel la perseguía.

Eran pocas las veces que sus papás estaban aquí, así que la mayoría del tiempo él estaba con mi familia, en su propia habitación, cuando estaba su abuelita Zab se quedaba en su casa, algunas veces yo me quedaba con ellos, durmiendo en la misma habitación que el chico. Se justifica o se pasa por alto algún tema +18 sabiendo que estábamos pequeños, unos niños que no sabían lo perra y maldita que es la vida.

Ver el pasto recién cortado detrás de la pequeña cerca blanca era algo que desbloqueaba mi sonrisa llena de nostalgia.

Al mirar las casas del vecindario me hizo recordar cómo corríamos a cada casa, contábamos hasta tres para tocar el timbre de los hogares para después salir corriendo, refugiandonos en la cerca de su casa o la mía.

Era increíble cuando éramos niños, ver a los vecinos enojados nos causaba risa, para nosotros, en cambio los vecinos nos tomaron odio a Zab y a mí, pero no nos pueden culpar, éramos un par de niños.

La puerta de la cerca, como siempre estaba abierta, a un lado el buzón del correo.
Recuerdo que cuando estaban remodelando a Zab y a mi nos dejaron pintar el cuarto de juegos, la habitación del chico, el buzón y la madera con la que está construida la cerca.

Caminé hacia la puerta, estiré la mano al timbre y esperé a que alguien abriera la puerta.

—¡Nix! —abrió Nana, la abuelita de Zabdiel.

Señorita... ¿Pimentel? (J. P.) ||+18|| ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora