II. CASI ME DEDEA Y NO DIJE NADA

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Nix Russo

—¡Buenos días, jóvenes! —saludó el profesor a la clase

—Buenos días, profesor Camacho —respondimos el saludo poniéndonos de pie, con el típico tono de alumnos.

El profesor comenzó su clase de manera ordinaria, siempre me ha llamado la atención esta carrera así que en todas las clases estaba muy atenta y siempre tenía alguna duda, a veces sentía que molestaba al maestro con tanta pregunta, pero cuando me quedo callada le parece raro.

Pero esta clase era diferente, súper diferente. Joel no dejaba de ponerme nerviosa, jugando con mis piernas y tratando de tocarme mi feminidad, tratándome de exitarme.

El profesor ordenó que sacaramos las libretas, a lo que yo ya la tenía afuera.

Gracias a Dios

Así no me tuve que agachar por ella, pero Joel sí.

—Permiso, amor —dijo el chico con la misma cara que le ponía a sus amiguitas las porristas.

—No soy tu amor —me mostré molesta.

Me tomó del hombro bajando discretamente por mis pechos al abdomen, del abdomen a mis piernas muy cerca de mi feminidad hasta que tomó su libreta y subió.

—¡Wow! Mejor cuerpo que el tuyo, no hay —se volvió a morder el labio (así a como lo hacía con todas las «niñas bien» de la escuela).

¿No le dolerá morderse tanto tiempo el labio?

—¿Quieres cerrar la boca? O por lo menos parar de morderte el labio tan frecuente ¡Estamos en clase controlarte por favor! —esperé que parará de hacer eso que me volvía loca.

¿Pero que era eso que estaba sintiendo? Puede que sean nervios o algo parecido ¿No?

Al parecer no funcionó, al decirle eso a Joel se acercó más a mi silla para así tocarme sin que nadie más se diera cuenta (ya que estábamos sentados en la última mesa de la última fila).

Por más que quería resistirme no pude más y dejé de poner atención solo para consentrarme en lo que estaba haciendo Joel.

Dios ¡Este chico si que era muy bueno con los dedos!  ¡Y solo está tocando por encima!

A pesar de que lo odiaba porque todos los días tenía un nuevo rumor sobre mi, no podía negar que a pesar de que solo estaba tocando por encima de mi short, era muy bueno, demasiado diría yo.

Cuando estaba a punto de soltar un gemido, sonó el timbre que daba por terminada la clase. Marcela ya estaba afuera de su salón esperando a que yo saliera.

—Señorita Russo y joven Pimentel... ¿Pueden venir aquí por favor? —paró el profesor Camacho mi salida.

Por lógica Joel y yo abrimos los ojos como platos al ver que nos llamaba a nosotros dos y sólo a nosotros dos. Nos encaminamos a el escritorio del profesor y nos dijo

—¿Qué les pasó a ustedes en la clase de hoy? —preguntó con una cara de asombro viendo su libreta con el pase de lista.

—¿A qué se refiere, profesor? —pregunté al profesor Camacho, enarcando una ceja.

—El día de hoy estuvieron muy callados toda la clase... —levantó su mirada a la mía —Digo, es muy normal de ti, Joel, pero es raro en ti, Nix —sus ojos me veían con decepción, se quedó en silencio un par de segundos tratando de encontrar palabras en mis ojos —no quiero que se vuelva a repetir Nix y Joel... Tienes que echarle ganas a estos dos cuatrimestres que quedan ¿Okay?

—Okey —respondimos al unisono.

Yo tenía una cara de perro regañado y Joel con una cara de que le da igual.

—Gracias por no delatarme, hermosa —dijo el chico acorralandome contra la pared.

—No fue por ti, genio —hice una mueca —si te delataba yo también caería contigo, Pimentel.

—Pero mira, pensaste en los dos —sonrió cínicamente

—¡Quítate de encima! —declamé

—Pero me gusta hacerte sufrir, nena —reprochó sonriendo imponente

—¡Ya! —grité —En serio Joel, si no quieres que le diga a algún maestro —me mostré enojada frente su mirada.

—Okay, okay —se quitó del frente levantado las manos inocentemente, como si no hubiera hecho nada.

—Con permiso —dije de mala gana saliendo del lugar en donde me tenía acorralada.

Salí de dónde me tenía acorralada Joel para buscar a Marcela afuera de su salón.

—¡Hasta que te apareces! —demandó Marcela a fin de broma —ya estabas besuqueandote con el amor de tu vida, Joel ¿Verdad? —rió cómo foca retrasada

—Ja ja -reí sarcástica —anda y vamos que no quiero estar aquí por el día de hoy.

Salimos de la escuela y como siempre, Marcela no tardó en invadir me con sus preguntas.

—Y... ¿Bueno, qué paso? —trató de indagar en mi parte del día, obligandome a mirarla y dejar de ver los edificios a mi alrededor.

—¿A qué te refieres? —pregunté con una expresión sería, sé a lo que se refiere pero no le voy a decir enseguida.

—¿Qué pasó después de la cafetería?

—Nada fuera de lo normal —resté importancia al tema, sin querer dar detalles.

—Como que «nada fuera de lo normal» —Marcela recalcó las comillas

—Pues si —dije nerviosa, «sonando normal»

—Entonces ¿Por qué salir tan temprano de la escuela? —me miró desafiante

—Porque... —no pude terminar porque Marcela me interrumpió

—Sabes que Joel te pone nerviosa, eso se te nota en los ojos —la chica sonrió, diciendo las palabras que no podía admitir.

—Okay, okay, está bien. —suspiré —te voy a decir que pasó en clase.

Terminé de decirle y durante toda la historia puso sus ojos como platos.

—Maldita sea ¡Nix, eres una perra! —dijo sonriente, sabía que lo decía de broma

—¡Claro que no! —hablé indignada, pasé una de mis manos sobre mi pecho para acompañar el gesto.

—¿Entonces por qué no dijiste nada?

¡No es posible! Marcela tenía razón, durante toda la clase no dije nada siendo que podía abrir la boca y no las piernas.

Después de un silencio incómodo llegamos a mi departamento, ya que vivía sola y Marcela con sus padres. Pasó el día y quise dormir, pero sólo podía pensar en Joel.

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Señorita... ¿Pimentel? (J. P.) ||+18|| ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora