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En la imponente mansión de Lee, existía un rincón aún más sombrío y gélido que su propio territorio: un lugar donde la luz no se atrevía a penetrar. Este sitio era conocido como "Narak", y aquellos que caían en sus garras rara vez salían con vida. Incluso aquellos que lograban escapar nunca volvían a ser los mismos.

Lee Yoongi, el heredero de la familia, conocía muy bien este oscuro lugar. Había pasado incontables horas allí, y podría considerarlo su segundo hogar. Sin embargo, no era un lugar de confort o protección, sino uno de crueldad y sufrimiento.

Lee Minho, el líder sanguinario de la familia, utilizaba Narak para obtener información a través de la tortura o para eliminar a aquellos que se negaban a cooperar. Era un escenario macabro y despiadado en el que las almas se quebraban y la oscuridad reinaba.

Como estaba sucediendo ahora...

La escena era desgarradora. Un pequeño Omega, vulnerado y atado a una fría mesa de metal, luchaba desesperadamente contra las cadenas que aprisionaban sus manos y pies. Pero sus esfuerzos eran en vano, su sufrimiento parecía inevitable. A pocos metros de él, se encontraba Jackson Wang, su peor pesadilla.

Jackson se acercó lentamente a la mesa, rodeándola con paso seguro hasta detenerse junto a la cabeza del pequeño. La mirada del Omega se encontró con la del Beta, llena de miedo y desesperación. Sabía que estaba a merced de su captor, pero sus labios temblorosos no podían articular ninguna palabra coherente. Su llanto y sollozos llenaban el aire, haciendo eco de su profundo sufrimiento.

Con voz fría y calculadora, Jackson habló, intentando establecer algún tipo de acuerdo desesperado.

–Muy bien, hagamos un trato. No deseo ser tu verdugo, así que te insto a que reveles toda la información que posees en este mismo instante. Si no lo haces, me veré obligado a dar el primer golpe.

El pequeño Omega, incapaz de pronunciar palabra alguna, continuaba llorando y sollozando sin cesar. Sus lágrimas se mezclaban con la angustia y el miedo que inundaban su ser. Sabía que estaba en peligro, pero la posibilidad de traicionar a quienes amaba lo paralizaba.

La habitación estaba cargada de tensión y el aire se volvía cada vez más irrespirable. En ese momento, el destino del pequeño Omega pendía de un hilo, mientras Jackson esperaba una respuesta que podría cambiarlo todo.

El tiempo parecía detenerse en aquel lugar oscuro y sombrío mientras el pequeño Omega se debatía en su interior. Los segundos se alargaban en agonía mientras su mirada se perdía en el vacío.

–Mira, mocoso, no vamos a perder nuestro tiempo aquí. Tienes que hablar, ya sea por las buenas o por las malas. —Yoongi se acercó a la mesa metálica con una sonrisa torcida en el rostro. No quería prolongar su estancia en aquel lugar putrefacto donde había sufrido tantos tormentos. Odiaba el olor a sangre impregnado en el ambiente.

–No sé qué quieren de mí... ¡No conozco a ningún rebelde, se los juro! —El niño, agotado de los lloriqueos, fue silenciado por un trapo que cubrió su boca. El Beta sacó una navaja afilada de su bolsillo y, sin aplicar presión, acarició la mejilla del pequeño con ella.

En un último acto desesperado, el pequeño Omega cerró los ojos con fuerza y, a pesar de su miedo, decidió hablar.

–No sé... no sé nada importante, lo juro. Solo soy un niño, por favor, déjenme ir. No quiero hacerles daño a ustedes ni a nadie más.

Su voz temblorosa resonó en el aire, mientras su rostro mostraba una mezcla de fragilidad y determinación. Era un intento desesperado de apelar a la compasión de aquellos que lo tenían cautivo.

вє мιηє 🌙 [ уσσηмιη ] 🌙Where stories live. Discover now