вє мιηє 🌙 [ уσσηмιη ] 🌙

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En lo profundo de los bosques, oculto a los ojos curiosos, se encontraba un enigmático refugio de los Ombre. Era un lugar tan blanco y puro como los lobos que lo habitaban, donde reinaba una tranquilidad que parecía trascender el tiempo. Una suave capa de nieve cubría el suelo, creando una atmósfera de paz y silencio. Sin embargo, detrás de esa aparente serenidad, había algo más que simple tierra cubierta por la blancura inmaculada.

En medio de aquel enclave místico, un Alfa atractivo y de cabello azabache, cuya piel ligeramente bronceada resaltaba bajo su traje gris y camisa de vestir, se mantenía en una posición expectante. Su mirada se dirigía con intensidad hacia un punto específico del bosque, esperando con paciencia a que algo apareciera.

De repente, un beta se acercó sigilosamente desde atrás, interrumpiendo la quietud del Alfa. Era Jung Yong Hwa, un lobo tranquilo y sereno, que había aprendido a valorar la esencia de su hijo como un ser maravilloso y travieso. Sabía que su cachorro anhelaba vivir plenamente y explorar el mundo que los rodeaba. El beta  se acercó al Alfa con respeto y le susurró:

–Señor, ¿no sería mejor que vayamos en busca del cachorro?

El Alfa, con una sonrisa serena en sus labios, desvió su mirada del punto distante y giró su atención hacia él.

–No, Mark, él volverá —respondió con una sonrisa entrecerrada, consciente de la naturaleza traviesa de su pequeño Jimin. Desde la distancia, pudo escuchar la risa encantadora de su hijo, entremezclada con la del acompañante que tenía un pedazo de su corazón: Lee Taemin, el único pretendiente hasta el momento.

De repente, una multitud de aves emergió de entre los árboles, volando lejos en un hermoso espectáculo. Poco después, los pasos sobre la nieve y el distintivo aroma de los dos jóvenes llenaron el aire. Jimin abrazaba a Taemin por detrás, descansando su barbilla en el hombro del otro mientras caminaban juntos en la nieve. El Alfa, con elegancia y fuerza, se movía sin problemas a pesar del peso adicional que llevaba con su hijo.

–No es justo, Jiminnie, estás muy pesado —mintió el castaño, tratando de justificar su falta de equilibrio. Sin embargo, el menor decidió tomar represalias y mordió juguetonamente la oreja de su acompañante, provocando un rubor en el rostro del mayor y haciendo que ambos perdieran el equilibrio, cayendo de cara en la nieve.

–Jaja, oh Dios, debiste ver tu cara, Hyung —se burló Jimin, aprovechando la oportunidad para subirse a la espalda de su compañero, quien permanecía inmóvil y sin poder verlo. Pero en un movimiento repentino, Taemin se levantó de golpe, haciendo que Jimin cayera de espaldas en la nieve.

–Maldito pequeñajo, respétame —exclamó el castaño mientras se sacudía para deshacerse de la escarcha que se había pegado a su rostro y ropa. En ese momento, el Alfa de la manada, que había estado observando la escena, se acercó para ayudar a su hijo a incorporarse.

El Alfa extendió una mano hacia Jimin, brindándole apoyo mientras se levantaba de la nieve. Su rostro expresaba una mezcla de diversión y ternura, sabiendo que estos momentos de juego eran parte esencial del crecimiento de su hijo. Mientras tanto, Taemin también se levantó, mirando al Alfa con respeto y gratitud por su gesto amable.

–¡¡Appa!! —el menor se levantó de un salto, sin importar nada corrió hacia él y lo abrazó por el cuello. El Alfa rió de felicidad al recibir a su cachorro y lo apretó contra su cuerpo, inhalando su aroma que se mezclaba ligeramente con el de Taemin. Sin embargo, decidió ignorar esa pequeña señal.