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Lee Minho no dejaba de sonreír durante toda la tarde, lo cual podría hacer parecer que era un hombre satisfecho y feliz para aquellos que no conocían su verdadera naturaleza. Sin embargo, detrás de esa sonrisa había mucho más, algo que Taeyeon sabía muy bien. Como siempre, ella se mantuvo en silencio para evitar cualquier repercusión negativa.

Mientras tanto, Yoongi se encontraba junto a su padre observando a los esclavos preparar la mesa para la cena, pero su mente estaba en otro lugar, pensando en ese Omega de apariencia delicada e inocente. Por mucho que quisiera dejar atrás su pasado, no podía hacerlo. Las extrañas sensaciones que el chico despertaba en él eran imposibles de olvidar.

–Hijo, ve a buscar al Omega para la cena. No te tardes —su padre le dirigió una mirada fugaz con una expresión extraña. Yoongi asintió en respuesta, inclinó ligeramente la cabeza hacia su madre y se retiró rápidamente del comedor.

–¿No es maravilloso? Nuestro hijo se ha convertido en todo un Alfa. Valió la pena todos los castigos y esfuerzos que invertí en él —Minho se giró hacia su esposa con una media sonrisa, pero notó que no podía sentir ninguna emoción proveniente de ella a través del vínculo, lo cual comenzó a molestarle.

–Sí, como tú digas —ella evitó su mirada y se volvió hacia la ventana, tratando de distraerse con el panorama poco agradable que se extendía afuera.

–Mírame a los ojos cuando te hablo, Omega —él agarró bruscamente su barbilla, obligándola a girar la cabeza y mirarlo cara a cara– Tae, ¿quieres que nos divorciemos? ¿Prefieres que te reemplace por otra Omega más competente que tú? —Un gemido lastimero escapó de los labios de ella, negando con la cabeza. El dolor y la tristeza en sus ojos eran evidentes, pero aún así, él no se detuvo.

–Por favor, no lo hagas... te lo suplico —con las manos temblorosas, Taeyeon intentó que la palma de Minho tocara su mejilla, pero él la apartó de inmediato. La Omega herida bajó la mirada, reteniendo sus lágrimas.

–¿Ves? No puedes vivir sin mí, solo existes para complacerme —Minho se sentó junto a su Omega en una silla vacía del comedor y palmeó su regazo, indicándole lo que eso significaba.

–Lo siento —susurró la mujer destrozada mientras se levantaba de su lugar y se acercaba a su Alfa, dejando que él la colocara sobre su regazo.

–Lo siento —susurró la mujer destrozada mientras se levantaba de su lugar y se acercaba a su Alfa, dejando que él la colocara sobre su regazo

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Mientras tanto, en la habitación donde se hospedaba el Omega...

Jimin logró recuperarse rápidamente del efecto adormecedor y comenzó a moverse inquieto por la habitación, buscando desesperadamente una forma de escapar. Se asomó por la única ventana que había, pero al ver a varios betas vigilando afuera, descartó la idea de lanzarse por ella. Luego, se acercó a la puerta y colocó su oído en ella, escuchando murmullos de dos hombres que estaban afuera. Rápidamente descartó la idea de derribar la puerta.

—Dios, esto es imposible. ¿Qué más puedo hacer? —se lamentó el chico, sintiéndose cada vez más desesperado. Finalmente, se dejó caer en la cama de la habitación y miró hacia el techo, tratando de encontrar alguna otra posible salida.

–Te aconsejo que te rindas. Toda la habitación está totalmente cerrada —el Omega se levantó rápidamente de la cama para observar al imponente Alfa parado en la puerta.

–Yo solo... solo estaba... —intentó encontrar una excusa, pero se dio cuenta de que era inútil. El Alfa seguramente ya había escuchado sus planes de escapar, por lo que justificarse parecía inútil cuando ya había sido atrapado en el acto.

–He venido por ti. La cena está siendo servida y mi padre requiere tu presencia en el comedor —el Alfa entró en la habitación y tomó al menor del brazo, sacándolo de allí a la fuerza.

El menor intentó apartarse, pero cada vez que lo hacía, el agarre en su brazo se volvía más firme. Decidió dejar de resistirse y simplemente se dejó arrastrar por el pasillo hasta llegar al comedor. Allí, se detuvieron junto al Alfa de la manada, esperando a que este dejara a su Omega en paz para poder entablar una conversación adecuada.

Jimin observó a la mujer sentada en el regazo del hombre, una imagen lamentable y sumisa. Permitía que él marcara cada centímetro de su cuerpo con marcas y mordeduras, pero no eran marcas inocentes, sino heridas sangrantes y violentas.

–Y-Yoongi... —la Omega balbuceó el nombre, buscando el apoyo y la conexión que solía tener con él. Pero Yoongi solo apartó la mirada, incapaz de enfrentar los ojos que aún le profesaban cariño. La culpa lo consumía, arrastrándolo hacia un abismo profundo.

–Guarda silencio, Omega —Minho interrumpió bruscamente, sujetando un puñado de cabello de Taeyeon y tirando de él con fuerza para acallarla. Ella se vio obligada a contener su dolor y obedecer en silencio, esperando cualquier orden que su Alfa dispusiera. Sin embargo, él la soltó rápidamente.

–Padre, aquí está —Yoongi colocó a Jimin en una silla al lado del Alfa líder, manteniéndose a su lado. El Omega miró al Alfa con temor, esperando lo peor, pero también encontró cierto consuelo en la presencia de Yoongi a su lado.

–Excelente, ahora podemos empezar a cenar —Minho observó a su Omega expectante, y ella comprendió lo que se esperaba de ella. Tomó la cuchara con sopa, sopló para enfriarla y se la ofreció a su Alfa, quien la aceptó con gusto.

–... ¿Por qué estoy aquí? ¿Quiénes son? —Jimin miró directamente al Alfa líder, tratando de mantener una apariencia valiente mientras en su interior se consumía por el miedo.

El Alfa líder detuvo a su esposa con un gruñido, indicándole que se detuviera. Luego, volvió su atención hacia el Omega, mostrando una sonrisa extraña que enviaba escalofríos por su espalda.

–Perdona mis malos modales, cachorro —Minho baja la mirada hacia su esposa, acariciando su mejilla con ternura—. Esta es mi mujer, Min Taeyeon —la Omega ronroneó ante el contacto, deleitándose con la calidez de la caricia. Luego, Minho levanta la mirada y sonríe al presentar a su hijo—. Él es Lee Yoongi, mi hijo menor y único heredero.

Jimin voltea rápidamente, observando con atención al Alfa a su lado. Yoongi evita su mirada, concentrándose en su comida sin decir palabra.

–¿Yo-yoongi hyung? —Jimin susurra asombrado, incapaz de creer el notable cambio en su hyung.

El aroma de Yoongi, un Alfa, envolvía el aire con su distintivo aroma a menta y chocolate amargo. Era una combinación exquisita que resultaba irresistible para el delicado olfato de Jimin. El Omega se sentía atraído por ese aroma, que despertaba sensaciones y emociones en su interior de una forma que no podía explicar.

 El Omega se sentía atraído por ese aroma, que despertaba sensaciones y emociones en su interior de una forma que no podía explicar

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вє мιηє 🌙 [ уσσηмιη ] 🌙Where stories live. Discover now