Capítulo IV

175K 10.6K 2.1K
                                    

Alessandra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alessandra

Sonrió al verlo.Pablo. Lleva puesto un traje completamente negro, con la camisa tres botones abiertos, dejando al descubierto una parte de su pecho.

—Buenas noches, Pablito —anuncio con seducción, llevando mi bebida a mis labios.

—Pensé que no volverías —sonríe.

Él me quita mi trago para sí tomárselo, yo solo lo observo con curiosidad, ¿esta más guapo? Sí, su cabello tiene un nuevo cambio y vaya que le sienta bien. Sus dedos acarician mi mentón mientras su mirada penetrante me analizaba.

—Tu cabello está más largo —murmura roncamente contra mi odio, mi cuerpo se estremece un poco —. Me vuelvo loco con solo verte, fuego.

Al decir eso, Pablo empieza a bajar su mano que la tenía en mi espalda para sí llevarla hasta mis caderas donde él hace presión.

—Hay Pablito, cada vez estás más apetitoso —le susurro mientras acaricio con suavidad su cabello rubio.

—Lo mismo digo de ti, pero mi único problema es ese antifaz.

—las reglas son así, todos usamos antifaz para sí no reconocernos —respondo.

Pablo me agarra de mi cuello para sí estampar sus labios con los míos formando un beso lleno de deseo. Él es un hombre muy atractivo para mí, no solo es demasiado bueno en el sexo, también es un hombre muy agradable.

Me siento bien pasando tiempo con él y disfrutar de todas sus atenciones que puede tener conmigo.

Me agarra con firmeza del mi mentón para sí profundizar el beso, cada vez el beso era más intenso, hasta el punto que siento como algo empieza a despertar entre los pantalones de Pablo, él me agarra de mis caderas rápidamente y para empujarme contra él, gimo por debajo el sentir su miembro todo erecto en mí.

—Creó que debemos irnos a otro lado...—le sugiero agitada al sentir sus labios recorrer todo mi cuello.

—¿Qué dijiste?...—cuestionó con deseo mientras sigue atacando mi cuello sin piedad.

—Vamos, Pablo, quiero que me folles...—gruño.

Pablo se separa de mi cuello para sí mirarme directamente a los ojos, él rápidamente me agarra de mi muñeca para sí llevarme hacia el ascensor.

Al entrar Pablo me empuja contra la pared para sí volver a besarme salvajemente, a él no le importa si alguien entraba, solo le importaba su placer tal como yo lo hago ahora mismo.

Al ver que el ascensor se abre, él no pierde el tiempo, me carga haciendo que enrolle mis piernas a sus caderas.

—Te haré ir al mismísimo infierno esta noche —declara firmemente, estoy por hablar cuando él vuelve unir sus labios con los míos.

Al entrar a su habitación, una sonrisa de suficiencia sale de mí, les dije que él es uno de los jefes de este lugar, así que tengo todo lo que quiero estando a su lado.

Besa mis hombros lentamente mientras con su otra mano empieza abajar la cremallera del vestido.

Él me tira a la cama para sí ponerse encima de mí, él baja completamente mi vestido, dejándome expuesta toda la parte de mi pecho.

Pablo agarra mi pezón izquierdo, arqueo mi espalda intentando hacer contacto con su pelvis, pero no lo logro, ya que su mano izquierda baja hasta mi entrepierna haciendo caricias por el camino.

Sin dejar de lamer y succionar mi pezón izquierdo, echa a un lado mis bragas y sin rodeos comienza a presionar al compás de mi círculo mi clítoris. Echo hacia atrás mi cabeza y arqueo mi espalda.

—joder —murmuro muerta del placer.

Paso mis manos por su camisa para sí quitarle, bajo mis manos hasta sus pantalones donde siento su grande erección, rápidamente desabrocho su cinturón para sí tirarlo a otro lado.

—¿Lista? —pregunta excitado, estaba desesperada por tenerlo dentro de mí —. Eres solo mía —me mira con lujuria y deseo.

Yo asiento por segunda vez, y acerca su boca a mis labios, muerde y lame suavemente mientras siento como comienza a penetrarme lentamente. Una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo y una punzada de un pequeño dolor me invade.

Al sentirlo completamente dentro, el calor me invade por todo el cuerpo y gimo al notar como me llena haciendo que mi vagina se dilate, haciéndome sentir jodidamente bien.

Pablo vuelve a sacar su miembro por completo. Ambos gemimos cuando vuelve a meterla, siento como se mueve dentro de mí, siento lo dura que está y como me apretaba, es simplemente lo mejor.

Vuelve a sacarla y esta vez la mete con más fuerza, dándome una embestida que hace que mi espalda se deslice de arriba abajo en la cama, comienza a dejar besos húmedos por todo mi cuello, aumentando mi excitación y yo araño su espalda, incrustando mis uñas al notar lo duro que me mete su miembro.

Así pasamos toda la noche haciéndolo por todas las partes de la habitación, todo lo que hice esta noche es prohibido para mí, no es que me gusten las cosas prohibidas, es que me encanta demostrarle al mundo que a mí nadie me prohíbe nada.

Así pasamos toda la noche haciéndolo por todas las partes de la habitación, todo lo que hice esta noche es prohibido para mí, no es que me gusten las cosas prohibidas, es que me encanta demostrarle al mundo que a mí nadie me prohíbe nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora